Editorial

Supervivencia en el Golfo de Fonseca

Las aguas del Golfo de Fonseca ya no tiene mayores recursos para entregarle a los pescadores artesanales.

Unas 3,000 familias que han vivido de la pesca en este sector del sur del país hoy sufren las consecuencias de la explotación del mar de manera descontrolada, así como de los daños causados al bosque de mangle.

Aún con la evidente disminución de los productos marinos, muchos se resisten a dejar de faenar en las aguas del Golfo; mientras que otros se han replegado a los esteros en busca de algunas especies que puedan comercializar. Familias completas buscan sobrevivir como sea.

A esta dificultad se suma la falta de oportunidades de empleo, lo cual cada día agudiza la crisis en la zona.

El problema no es nuevo. EL HERALDO desde hace años lo viene exponiendo, sin embargo, las autoridades estatales no le han prestado atención a un hecho cuyo impacto va en aumento.

Algunos biólogos sugieren la imposición de una veda- temporal o permanente- en el Golfo de Fonseca para proteger y aumentar los productos acuáticos que aún quedan.

Por otro lado, los pescadores plantean la opción de que el gobierno les apoye fortaleciendo la pequeña camaricultura y así tener un sustento para alimentar a las familias más pobres.

Ambas cosas son viables si se quisiera hacer algo. Es que “la situación actual de la pesca en el Golfo de Fonseca es crítica. No tenemos el recurso marino que antes disponíamos”, expuso Moisés Osorto, presidente de la Asociación de Pescadores (Apagolf), luego de relatar que los pescadores todos los días salen a faenar al mar y regresan sin nada.

Actualmente el gobierno impulsa un plan de desarrollo para la zona sur que mejorará las condiciones de vida de estos pobladores, pero se trata de un proyecto a largo plazo.

La crítica situación que enfrentan las casi 3,000 familias de esta costa del Pacífico no puede esperar tanto, requiere de una toma de decisiones rápida para garantizar al menos la seguridad alimentaria de los más afectados.