Editorial

Shin Fujiyama

De Shin Fujiyama se lee en la internet que nació en la prefectura de Kanagawa en 1984, donde pasaría la mayor parte de su infancia; que vivió en los Estados Unidos donde se graduó de la Universidad de Mary Washington en Fredericksburg, Virginia, con una licenciatura en Asuntos Internacionales y Pre-medicina, y que su primera visita a Honduras fue como parte de un viaje de aprendizaje.

También que es fundador de Students Helping Honduras (SHH), una organización sin fines de lucro enfocada en romper el ciclo de pobreza y violencia en Honduras a través de la educación y el desarrollo comunitario y que la organización trabaja para construir escuelas, proporcionar recursos educativos y crear oportunidades para niños y familias en este país centroamericano.

En los últimos días, su trabajo ha atraído la atención de los hondureños y las hondureñas que siguen de cerca su ultramaratón de 250 kilómetros, desde Chamelecón, Cortés, hasta Tegucigalpa, con el fin de recolectar 2.7 millones de lempiras para la reconstrucción de la Escuela Experimental de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), en la que se forman los hijos del personal de servicio de esa casa de estudios, que se encuentra en muy malas condiciones físicas.

Sin duda que el trabajo de Fujiyama ha crecido significativamente desde que adoptó a Honduras como su segunda patria y, que el mismo ha tenido un impacto sustancial en las vidas de muchas comunidades y niños y niñas que gracias a su esfuerzo están recibiendo el pan del saber en condiciones pedagógicas dignas.

Y más allá de cuestionar hoy a las autoridades competentes que históricamente han tenido en el olvido los centros educativos del interior del país, se trata de agradecer el trabajo de este joven extranjero en favor de la niñez hondureña.

Shin es un ejemplo a seguir

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