Editorial

Los mensajes de la Natividad

Hemos conmemorado, con fe y devoción, el histórico acontecimiento de la llegada al mundo de Jesucristo, un veinticinco decembrino, y la ocasión resulta altamente propicia para evocar las circunstancias de su nacimiento.

Su madre María dio a luz, tan solo acompañada por José, su esposo, en un pesebre, refugio del ganado vacuno, en la Palestina bíblica, tierra de convergencia de tres grandes religiones: la cristiana, judaica y musulmana, que hoy padece brutal guerra de conquista, con un trágico saldo, por ahora, de diez y ocho mil muertos, adultos, jóvenes, niños, sin visos de finalización.

La Natividad es y debe ser siempre una fecha dedicada a la reflexión, no al consumismo; a la solidaridad fraterna y militante, al amor y la paz, no al hedonismo y egoísmo, en búsqueda de placeres y paraísos ficticios, que desemboca en la indiferencia e insensibilidad ante las carencias, penurias y soledades del prójimo y al consumismo adictivo que de manera compulsiva induce a la posesión de riquezas y poder, no importando los medios utilizados para su adquisición, aun si para ello se vulneran derechos ajenos.

Seamos o no creyentes, debemos agradecer diariamente el contar con salud, empleo, alimento, techo, optimistas ante el futuro, pese a las incertidumbres prevalecientes, en tanto miles de compatriotas carecen de esas esencialidades.

Consecuentemente, este es el momento oportuno para rectificar nuestra vida si hemos hasta ahora transitado por rutas que nos conducen, inexorablemente, a nuestra propia autodestrucción provocando dolor y angustia a nuestros seres queridos. Asimismo, es el tiempo de que todos las y los hondureños, autoridades y población, recojamos y hagamos nuestros los mensajes de amor, solidaridad, paz, concordia, reconciliación y perdón que nos deja la festividad con la que celebramos el nacimiento de Jesús, el redentor del mundo.