Editorial

Algo se tiene que hacer

Parece que las informaciones relacionadas con el asesinato de mujeres en Honduras ya no sorprenden a nadie. Todos los días, los medios de comunicación informan del asesinato de mujeres y niñas y que los victimarios, en la mayoría de los casos, andan libres.

Este fin de semana no fue la excepción.

EL HERALDO informaba ayer que un hombre asesinó a disparos a su esposa en horas de la madrugada de este domingo -17 de marzo- en San Pedro Sula, en el departamento de Cortés, zona norte de Honduras.

La otra víctima fue Andrea Gabriela López Matute, una joven de tan solo 22 años y estudiante de Relaciones Internacionales en una universidad privada, quien fue asesinada a balazos por desconocidos que abandonaron su cuerpo sin vida la noche del sábado, en la rotonda de una zona exclusiva del sector sur de la ciudad.

Las organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres y el Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) siguen sumando víctimas a las extensas listas que conforman desde hace años, y demandando de las autoridades acciones concretas para frenar esta escalada de violencia contra las mujeres.

En lo que va del año ya son más de 40 las féminas asesinadas. Solo en febrero, fueron 14, según esos registros.

Pero, desgraciadamente, muy poco se está haciendo para garantizarles a ellas el derecho inalienable a la vida.

Como lo dijo recientemente Alice H. Shackelford, la representante de las Naciones Unidas en Honduras, urge “fortalecer acciones y compromisos en erradicar este crimen y asegurar protección y seguridad para las mujeres. 40 femicidios en el 2024. ¡No más! La mujeres somos seres humanos y tenemos derecho a vivir”.

Imperativo es también que él o los asesinos de Andrea y de todas las víctimas de femicidios sean identificados y juzgados. No más impunidad.