Editorial

Desesperación por una vacuna

La desesperación de la población por el acceso a una vacuna contra la covid-19 se evidenció ayer, una vez más, con la protesta que pobladores realizaron en las inmediaciones de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), luego de que, tras horas de esperar pacientemente el turno para obtener el inoculante, se les dijo que los mismos se habían terminado. En otros puntos de vacunación, la indignación creció cuando notaron que se estaba dando prioridad a personas no identificadas que accedían al lugar en camionetas y carros con vidrios polarizados, comentó en un chat privado un excandidato presidencial.

La falta de vacunas es intolerable y, por igual, deja en manifiesto el desorden en el que ha transcurrido la llamada V Jornada de vacunación, en la que miles de personas, principalmente adultos mayores, se han expuesto peligrosamente al virus en un intento de lograr la vacuna que los proteja del mismo.

La desesperación de las personas por una vacuna solo es otra de las aristas del fracaso de las autoridades sanitarias en el manejo de la pandemia.

Es inconcebible que a estas alturas del año, según se deduce de la información oficial disponible, el flujo de vacunas a las que el país ha tenido acceso sean las adquiridas con fondos propios por el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) para sus afiliados, y las donadas por el fondo Covax de la OPS/OMS, y por países amigos como Israel, El Salvador y México, sin que se tenga información del estado de los procesos de compra con los fondos destinados en el presupuesto nacional para tal fin, que han sido ampliamente publicitados en su momento por autoridades del Poder Ejecutivo.

La ministra de Salud, Alba Consuelo Flores, en medio de la crisis generada por la evidente negligencia del equipo que ella coordina, ha pedido “paciencia” a la población y ofrecido vacunas para todos, sin entrar en detalles de los calendarios de llegada; mientras tanto, el virus no para de atacar con saña a la población.