Editorial

Panorama desolador

l informe del Banco Mundial sobre el mercado laboral: “Diagnóstico del trabajo” halló que un 58% de los empleos en Honduras todavía son informales, lo que resulta en empleos de baja productividad y calidad; que un 38% de la población en edad de trabajar es económicamente inactiva, que solo un 47% de las mujeres en edad de trabajar tienen un empleo y que las empresas formales en Honduras han creado menos trabajos en los últimos años que sus pares de la región centroamericana.

El contenido de este informe no es nuevo para un país en el cual cada una de las cifras que se exponen tienen rostro, tienen un nombre y un apellido, son cifras que se representan en personas de todas las edades y condición social; en profesionales universitarios y en técnicos, en obreros, que todos los días salen a la calle en busca de un empleo y retornan por la noche a sus hogares, con las manos vacías.

Esta es la realidad de un alto porcentaje de la población que trabaja pero no gana siquiera el salario mínimo y mucho menos tiene acceso a los derechos básicos de los empleados, tales como seguridad social y la misma estabilidad laboral, pues son muchas las empresas que han puesto de moda los empleos temporales para no reconocer tales derechos a sus trabajadores.

Pero también lo es la de miles de personas más que ante la falta de empleos no tienen más opción que ir a buscar esas oportunidades a otros países, principalmente a los Estados Unidos, sin importar los riesgos que representa la ruta migrante hacia ese país.

Hay que esperar que este informe no termine en las gavetas de los altos funcionarios que los reciben cuando son presentados por sus autores en el amplio salón de un edificio o de un hotel de la capital hondureña, y sirva de insumo para revisar la efectividad o no de las políticas públicas que impulsan en este sector y reformularlas en lo que sea necesario para generar “esos empleos que son cruciales para fomentar la prosperidad compartida, para cerrar las brechas entre la pobreza rural y urbana, ampliar la clase media y, más importante, acabar con los ciclos intergeneracionales de pobreza”, tal cual lo dijo la directora del Banco Mundial para Centroamérica, Seynabou Sakho.