Editorial

Emprendedurismo y migración

En momentos en los que centenares de hondureños y hondureñas se han integrado a una caravana de migrantes para ir a los Estados Unidos en busca de un puesto de trabajo que no encuentran en el país, la Cámara de Comercio e Industria de Tegucigalpa (CCIT) ha dado una buena noticia: ha informado que en lo que va de este año 5,270 empresas se han inscrito en el Registro Mercantil de ese organismo empresarial, y que proyectan que el número de empresas formalmente constituidas supere las 7,000 al final de 2018.

Las cifras corresponden a la capital hondureña, donde, según los registros municipales, operan de manera formal 22,000 comercios y 500 industrias, las que el año pasado aportaron más de 800 millones de lempiras por el pago de impuestos de Industria, Comercio y Servicios.

La información toma relevancia pues este es uno de los sectores que está aportando un considerable número de empleos al deprimido mercado laboral capitalino, y un ejemplo que, sin duda, debe replicarse a nivel nacional. En el caso de Honduras, aportan aproximadamente 900,000 empleos.

Esta es una de las razones por las cuales el Estado debe fomentar este tipo de emprendimientos, por su aporte al bienestar de las familias y la economía nacional. Son proyectos que coadyuvan al combate de los altos índices de pobreza que abaten al país, y que obligan a miles de personas a buscar mejores opciones de vida en otros países, principalmente en los Estados Unidos y últimamente España, en el continente europeo.

El Estado hondureño, tal como se viene planteando desde el sector empresarial, debe impulsar reformas que faciliten la obtención de los permisos de operación de estos negocios y reformas a las leyes tributarias para que haya un mayor nivel de formalización de estas empresas. Y desde los organismos empresariales no bajar la guardia en los procesos de asistencia técnica que hagan factibles las inversiones. Sin duda, apoyar a los emprendedores y asegurar sus inversiones sería uno de los caminos viables para que los hondureños y hondureñas decidan desarrollar sus vidas, junto a sus familias, en la tierra que les vio nacer.