Editorial

Los nuevos retos independentistas

La Patria está de cumpleaños. Celebra 197 años de la firma del Acta de Independencia, el acontecimiento que selló la emancipación de los pueblos centroamericanos del reino de España y que marcó el inicio del largo camino que llevó a la consolidación de las naciones-estados que son hoy en día Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, independientes, pero con retos y problemas que frenan su desarrollo. Los países continúan ahora enfrentando batallas contra la pobreza, el subdesarrollo, la corrupción, la impunidad y una clase política que se empeña en perpetuar esos males. La clase política hondureña tiene la oportunidad de reflexionar sobre su papel y aportes a la Patria, sobre cómo les gustaría pasar a la historia: si como héroes o como villanos. Los políticos de hoy pueden -y deben- hacer un alto para volver hacia el pasado y escudriñar un poco sobre la vida y obra de los héroes nacionales que lucharon y alcanzaron sus sueños de liberar a la Patria grande de la corona española. ¿Y por qué los políticos? Porque son ellos los que a través del juego democrático tienen la posibilidad de llegar a dirigir las riendas del Estado y con su actuar llevarlo por las sendas del desarrollo o del retraso. Son ellos los que deben reflexionar que 197 años de independencia se escriben fácil, pero se han recorrido lentamente. Reflexionar sobre el papel que la historia les está permitiendo jugar en las nuevas luchas y los nuevos retos que los pueblos centroamericanos deben enfrentar para afianzar sus democracias y derrotar las cadenas del principal lastre que afecta a sus poblaciones: la pobreza, que golpea a casi el 70 por ciento de los hondureños. Deben definir cuál será su papel en la lucha contra la corrupción y la impunidad, dos males que se han confabulado para generar y perpetuar esa pobreza que abate a millones de ciudadanos en Honduras y la región centroamericana. Allí está su principal reto: definir cómo quieren que los recuerde la historia, si como abanderados de la lucha contra la corrupción o como corruptos y apañadores de la corrupción. Se sabe que la decisión no es fácil, principalmente para aquellos que han llegado a dirigir al Estado para satisfacer sus ambiciones personales y de sus grupos en la más descarada impunidad. Sin embargo, es el clamor de las sociedades de hoy, que no olvidan a sus líderes independentistas de 1821. Esos héroes que hoy enaltecen el altar de la patria. Solo el servicio desinteresado, libre de corrupción e impunidad y haciendo gobiernos probos, además del uso inteligente de los recursos de la población que financien su desarrollo, podrán ubicarlos como los mejores gobernantes de la época moderna.