Editorial

La derogación del 335-B

Honduras ha dado un paso importante en la lucha por el respeto al derecho inalienable de la libertad de expresión con la derogación por parte del Congreso Nacional del artículo 335-B del Código Penal. El polémico artículo, si bien nunca fue aplicado, pendía como una espada de Damocles sobre la opinión pública.

Los congresistas votaron por la derogación del artículo tras conocer una opinión de la Corte Suprema de Justicia en la que se estableció claramente que: “la libertad de expresión es una piedra angular en la existencia misma de una sociedad democrática; es indispensable para la formación de la opinión pública, por ende, es posible afirmar que una sociedad que no está bien informada no es plenamente libre”.

En el mismo dictamen, la Corte Suprema de Justicia dijo que la dimensión de la libertad de expresión se proyecta en las posibilidades de expresar el pensamiento, usando los medios que elija el emisor y también en la facultad de difundirlo a través de ellos para que sea conocido por sus naturales destinatarios.

Y eso es y debe ser así. La democracia de un país se cimienta en la libertad de sus ciudadanos de expresar sus pensamientos por los medios que consideren apropiados. Obstruir esos canales, como se pretendía en el cuestionado artículo 335-B, limitaba y afectaba ese derecho ciudadano.

De allí que vale un reconocimiento al máximo organismo judicial del país, y a los congresistas, que ha concluido que el artículo en mención “no está acorde a la libertad de expresión y principios regulados por nuestra Constitución de la República”.

Esta debe ser una lección aprendida para todos aquellos sectores, especialmente los de la clase política y los que están en el poder, que limitando la libertad de expresión no se construye la democracia, sino que más bien se destruye. Y también para los ciudadanos, quienes deben cuidar que ese derecho no sea conculcado bajo ninguna circunstancia.

Al mismo tiempo se debe cuidar que este derecho no nos lleve a caer en el libertinaje y el manejo irresponsable de la información que queremos difundir. La libertad de expresión hay que cuidarla.