Editorial

Solidaridad con el pueblo de Guatemala

Los desastres naturales han golpeado a través del tiempo a los pueblos centroamericanos. Estos fenómenos han sido protagonistas de su historia, dejando a su paso incalculables pérdidas humanas y materiales.

Las catástrofes que azotan la región vienen de la mano de potentes huracanes y terremotos, incendios forestales, inundaciones, sequías y deslizamientos de tierra, entre otros.

Este año, Guatemala ha sido uno de los países de la región más golpeados con este tipo de fenómenos.

El Volcán de Fuego ha hecho erupción, causando dolor y desolación entre las poblaciones afectadas y los pueblos de la región, que observan atónitos cómo la fuerza de la naturaleza se manifiesta sin dar aviso.

Guatemala vive impávida la tragedia. Sus autoridades hacen esfuerzos por atender a los damnificados y hacer un recuento de los daños humanos y materiales.

Sin duda el impacto a la economía de ese país será fuerte.

Lo sucedido en Guatemala debe ser un campanazo de alerta para ese país y el resto de naciones centroamericanas, en las que se deben conformar instituciones fuertes y capaces de atender debidamente este tipo de emergencias, dejando de lado los intereses políticos que se mueven al momento de su conformación.

Los retos que tiene por delante el pueblo guatemalteco son grandes. Además de enfrentar una feroz lucha contra la corrupción debe ahora reorientar sus planes y proyectos de desarrollo. Queda claro que en este nuevo camino no caben los corruptos.

También queda claro que el pueblo guatemalteco cuenta con la solidaridad de sus hermanos centroamericanos, principalmente de los hondureños, quienes no dudaron ni un tan solo instante en solidarizarse con sus hermanos chapines.

Guatemala no está sola.