Editorial

Toncontín, nuevamente en el ojo del huracán

Aterrizar en Tegucigalpa es para los viajeros, quizá para la mayoría, una de las experiencias más traumáticas de sus vidas.

Por años se ha cuestionado el tamaño de su pista, así como su ubicación, y hasta se ha catalogado como uno de los aeropuertos más peligrosos del mundo.

Pero en realidad es una pista que, con el transcurso del tiempo, ha sido adecuada a las normas y requerimientos que demanda la aviación internacional. De no ser así, las grandes aerolíneas no la utilizarían, dicen los expertos.

Según las estadísticas, desde este aeropuerto se operan 55 vuelos diarios (salidas y entradas), de los que once son internacionales.

La historia registra que en el país han ocurrido media docena de accidentes de aviación. El más cruento de ellos, el ocurrido el 21 de octubre de 1989 en el sector de Las Mesitas, cuando el avión se aproximaba a Toncontín, que dejó un saldo de 136 personas muertas.

En la propia pista del aeropuerto capitalino se han registrado cuatro accidentes: el primero de ellos en 1995 y el segundo en 1997, en los que ocho personas perdieron la vida. El 30 de mayo de 2008 ocurrió el tercero. Un avión de la aerolínea salvadoreña TACA se salió de la pista causando la muerte de cuatro personas.

10 años después, el 22 de mayo de 2018, una avioneta Gulfstream G200, con seis pasajeros y tripulantes a bordo, se accidentó al realizar un aterrizaje a mitad de pista, según un experto de aeronáutica civil.

Este último accidente ha hecho saltar nuevamente las voces de quienes claman por el cierre definitivo de Toncontín.

El gobierno ha comenzado a construir un nuevo aeropuerto en Palmerola, Comayagua, pero mientras esa obra no esté concluida, los capitalinos y hondureños deben abogar por el buen uso de Toncontín, un ícono de fortaleza durante la tragedia del huracán Mitch que abatió el país en 1998 al ser el único que estaba habilitado para recibir la ayuda internacional que nos proporcionaron, y que tanto demandaba el país.