Editorial

Tuberculosis en las cárceles

La detección de al menos 193 casos de tuberculosis en las cárceles del país resulta preocupante y amerita de medidas urgentes para evitar su propagación. El peligro no solo es para los demás reos, las personas que llegan a visitarlos y el personal penitenciario, sino para toda la comunidad debido a que se trata de una enfermedad altamente contagiosa.

No es de tomar a la ligera, tampoco de generar pánico entre la población, pero deja que desear de nuestras autoridades penitenciarias que los casos hayan trascendido por los mismos afectados al denunciar la falta de atención y no por quienes debieron asumir desde el principio su responsabilidad y el control de la situación. Que defensores de DD HH aseguren que el número real de contagios, que habrían provocado la muerte de al menos tres reos, no ha sido informado a la opinión pública solo siembra dudas en cuanto a la transparencia del Instituto Nacional Penitenciario.

El tema central debieran ser las acciones que se están adoptando para evitar una epidemia de esta enfermedad que, como señala la OMS, se puede prevenir y controlar aun en las cárceles, pues no es una consecuencia inevitable de estas.

El hacinamiento, la insalubridad, la escasa ventilación, la mala alimentación y la falta de control médico hacen de las cárceles reservorios de muchas enfermedades. Según la OMS, males como la tuberculosis tienen una prevalencia hasta cien veces mayor en los reclusorios que en el resto de la población y pueden representar hasta el 25% de la carga de morbilidad de un país.

El diagnóstico tardío y los constantes traslados de reos pueden favorecer también la propagación entre prisiones; con el riesgo adicional de que ante la falta de atención médica los pacientes se automediquen con ayuda de parientes, volviendo multirresistente a la bacteria que causa esa enfermedad. Las autoridades tienen también la responsabilidad de darle seguimiento, aun después de liberados, a aquellos reos que han padecido el mal para evitar recaídas y contagios.

El tratamiento de los reos con tuberculosis es un derecho humano elemental cuyo cumplimiento beneficia también a la población en general.