Editorial

¿Un problema o una oportunidad?

No solo la escasez de lluvias o la mano del hombre que destruye y contamina amenazan los embalses que abastecen de agua a la capital, también la proliferación de lirios acuáticos.

El riesgo no solo estriba en que la maleza llegue a las plantas potabilizadoras, obstruyéndolas, sino en que consume mucha agua para su reproducción, la que se acelera en la época de verano, además de que contribuye al desarrollo de plagas de mosquitos que más bien urge prevenir ante una eventual epidemia de dengue.

En el caso de Los Laureles, los lirios que han sido arrastrados por el río Guacerique cubren alrededor de 20 hectáreas de esa represa que abastece a un 30 por ciento de la ciudad.

Y aún cuando personal de la alcaldía municipal y del SANAA ha venido realizando operativos de limpieza desde inicios de año, apenas ha logrado retirar poco más del 40 por ciento de las plantas, que solo necesitan entre cinco a 15 días para duplicar su población.

Las autoridades trabajan a contrarreloj, ya que si no se retira, el lirio acuático podría llegar a consumir medio millón de metros cúbicos de agua del embalse, que actualmente se encuentra en el 50 por ciento de su capacidad, lo que podría significar racionamientos aun más severos que los habituales en la temporada de verano. Por tal razón han estimado necesaria la ayuda del Cuerpo de Bomberos y la Comisión Permanente de Contingencias (Copeco) para su remoción.

La planta invasora causa también problemas de oxigenación, provocando la muerte de organismos vivos en ríos y lagos. Pero, por otro lado, es usada en algunos países en el tratamiento de aguas contaminadas, como fertilizante orgánico para la agricultura gracias a sus elevados niveles de nitrógeno, para fines medicinales y hasta como alimento.

Dada la facilidad con que se reproducen los lirios acuáticos, vale la pena preguntarnos si estamos viendo nada más un problema donde hay una oportunidad de sacar provecho de un recurso que la naturaleza generosamente nos ha regalado.