Editorial

Tragedias en carreteras

En la semana que nos precede dos accidentes de tránsito ocurridos en la zona norte dejaron once hondureños muertos. Los trágicos sucesos cuyo impacto en las familias directamente afectadas es inconmensurable deberían generar reflexión y contrición entre quienes conducen temeraria e irresponsablemente, pero también entre las autoridades.

Y es que la inseguridad en las calles y carreteras no solo está relacionada con las malas condiciones de la calzada, la falta de aceras y puentes peatonales para los transeúntes y la falta de señalización, sino también con los locos del volante, que todavía no entienden aquel mensaje de que más vale perder un minuto en la vida y no la vida en un minuto, y con la impunidad que los cobija.

La capital encabeza la lista de ciudades con más accidentes vehiculares, con el 42% de los casos registrados entre agosto de 2016 y julio de 2017, según datos del Sistema Nacional de Emergencias de Honduras 911. Sus habitantes, ya sea a bordo de carros particulares o en el transporte público, son testigos casi a diario de atropellamientos, choques, colisiones y hasta de duelos verbales entre conductores.

Es una jungla donde la autoridad está más ausente que presente, donde los controles con mecanismos como cámaras de vigilancia son insuficientes y los que hay no garantizan ninguna efectividad en la sanción de los infractores.

Recordemos el caso de una madre y su hijo embestidos en el anillo periférico a finales de 2017 cuando se conducían en una motocicleta; la mujer resultó con una pierna cercenada y su vástago perdió la vida, y hasta la fecha el culpable sigue impune. Es un ejemplo de una larga lista que refleja el grave problema de la falta de control que alienta la irresponsabilidad y el abuso de motoristas.

La falta de aplicación de las leyes de tránsito es un grave problema y los operativos del tráfico se reducen a fechas como la Semana Santa o la Semana Morazánica, como si los accidentes y las infracciones de los conductores solo ocurrieran en esos tiempos.

Hay que crear conciencia, educar, sensibilizar, pero también enviar un mensaje contundente de que hay normas que regulan el tráfico y que se deben cumplir.