Editorial

El fútbol y otra vez la violencia

Un triste espectáculo vimos los hondureños durante un partido de la semifinal de fútbol de la Liga Nacional hondureña en San Pedro Sula. Una decisión arbitral estuvo a punto de provocar una tragedia entre seguidores de un equipo y otro.

Que padres corrieran con sus hijos en medio de una nube de bombas lacrimógenas, que fanáticos de un equipo lanzaran piedras a la poca presencia policial, que unos seguidores rompieran los portones, que otros escenificaran una batalla campal, nos pone a un nivel de salvajismo, intolerancia e incultura.

Por supuesto, esto no es nuevo. Ya este mismo año, durante una final de fútbol en la capital, hubo muertos, provocados por una estampida. Y siempre que hay encuentros deportivos de los equipos de la ciudad, las barras (que no son más que pandilleros disfrazados de fanáticos) se lían a cuerpo o con armas, no en los estadios sino que en los barrios y colonias.

Este ambiente de caos y anarquía no es ningún incentivo para acompañar los eventos deportivos.

La autoridad es responsable de lo que ocurrió ayer en San Pedro Sula, tanto los directivos de la Liga Nacional, como los responsables de la seguridad del Estado y de los equipos en contienda.

Buena es la decisión de suspender el encuentro deportivo de semifinal de fútbol previsto para ayer y este fin de semana en la capital.

Tras las elecciones del 26 de noviembre hay hipersensibilidad por todos lados, en particular de algunos grupos que están queriendo aprovechar cualquier circunstancia para llevar su mensaje de odio, violencia e intolerancia.

Vimos recientemente el caos y daño a la propiedad que han dejado en la capital, en San Pedro Sula y la ciudad mártir, Choloma. Eso afecta al país, a la imagen de la nación, al Estado, al sector privado, pero golpea rotundamente al ciudadano común y corriente, que vive de su salario.

¿Quién gana con generar un clima de anarquía y de ingobernabilidad? ¿Quiénes están detrás de estas acciones? ¿Avanzamos como país? ¿Crecemos como ciudadanos? Pregúntese: ¿Su bolsillo se llena de dinero? ¿Lleva más dinero a su casa, a sus hijos?