Editorial

Como si no fueran ya suficientes las penurias de los hondureños que acuden a los hospitales públicos y al Seguro Social, donde la mala atención, las citas espaciadas y la falta de medicinas son lo habitual, ahora los médicos vienen a empeorar aun más las cosas.

Cientos de ellos se han ido a un paro de labores indefinido como medida de presión para lograr un ajuste salarial que, de aprobarse, sería una bofetada al resto de los hondureños. Y es que mientras el aumento al salario mínimo aprobado para 2017 y 2018 oscila entre el 3.31% y 6.15%, los médicos exigen nada menos que un ajuste salarial del 23%.

Y hay que mencionar que en Honduras, según el INE, más del 70% de los hondureños no recibe ni eso, el salario mínimo, incluyendo a profesionales universitarios.

Es por ello que no puede generar menos que aversión la actitud del Colegio Médico de Honduras, abanderado de la no privatización de la salud, férreo crítico ante la carencia de medicamentos, del escaso personal, de la pobre infraestructura sanitaria, al abandonar la mesa del diálogo.

Nadie niega que el gobierno no está exento de cuestionamientos en cuanto al gasto público, que si buscamos hallaremos razones para creer que si se puede consumir más de los que se percibe por qué no darle a unos lo que piden.

Pero aquí se trata del humanismo que el gremio médico ha ido perdiendo. Se trata de los pacientes que ocupan el último peldaño en una pirámide social donde los médicos son una casta privilegiada, con dos o tres trabajos con salarios muy por encima del promedio, que demuestran la enorme demanda de atención sanitaria que hay en nuestro país.

Lo decíamos en un editorial anterior, la salud se ha convertido en un producto de lujo, de estatus social. Y es gracias a la pésima salud pública que la privada va en ascenso. Muchos hondureños acuden a los hospitales públicos por pura necesidad, porque es peor que nada y porque los impuestos que pagan al Estado son el dinero que les falta para poder ir a una consulta privada. Y con este paro los médicos no hacen sino empeorar tan injusta realidad.

Esperemos que prime el diálogo y que no se trate de componendas políticas, lo que vendría a empeorar la imagen que se tiene de un gremio elitista y cada vez más deshumanizado.