Editorial

Un feriado que paraliza al Estado

Las terminales de buses ubicadas en la capital lucen abarrotadas de viajeros y en las carreteras hacia el interior de país poco a poco se incrementa el tráfico vehicular.

Son los efectos de lo que en el 2015 comenzó como un feriado morazánico, un invento que unió los asuetos del 3 de octubre, Día del Soldado; el 12, Día de la Raza; y el 21 de octubre, Día de las Fuerzas Armadas.

Al aprobarse, esta vez, que los estresados burócratas se tomen dos días más de descanso y que luego se los deduzcan de su periodo anual de vacaciones, entonces ahora se habla de una Semana Morazánica.

Un nombre muy cívico para un tiempo que paraliza al Estado, que pone en entredicho su competitividad y afecta directamente al sector privado, que es realmente el motor que hace crecer la economía nacional.

Aunque los feriados estipulados en ley son un derecho que deben gozar los trabajadores, que a la burocracia -que no produce nada pero que consume mucho de los ingresos- se le extienda el descanso otorgándole dos días más es controversial, principalmente cuando se promueve un ambiente adecuado para atraer la inversión extranjera.

Aunque con este espacio de tiempo se pretenda impulsar el turismo interno, un inconveniente es que octubre es un mes con un clima sumamente inestable, con proyecciones de mucha precipitación.

Sin embargo, las autoridades de Turismo calculan que esta semana dos millones de personas se movilizarán internamente y dinamizarán la economía haciendo circular 3,200 millones de lempiras.

Algunos economistas consideran que si bien el turismo interno estimula la economía, no le genera un lempira más.

Pero con la alegría de unos y el cuestionamiento de otros, la Semana Morazánica está en marcha, que al final se haga un análisis de su impacto positivo o negativo, y que aquellos compatriotas que decidieron salir de la ciudad a divertirse o a visitar un familiar lo hagan con prudencia y que regresen sin novedad.