Editorial

Regulación de agencias de empleo

La aprobación hace dos años del Reglamento para el Funcionamiento de las Agencias de Empleo Privadas y Servicios Conexos no impidió que se siguieran cometiendo abusos contra las personas que acuden a estas oficinas desesperadas por un trabajo.

Las denuncias de irregularidades, atropellos y malas prácticas han sido frecuentes, sobre todo porque muchas de estas agencias prácticamente le roban el salario al trabajador, al quedarse hasta con el 75% de su primer ingreso.

Por eso valoramos la medida de la Secretaría de Trabajo de reformar el reglamento para poner un techo a los porcentajes que estos negocios pueden cobrar a sus clientes.

Es así que el máximo permitido es del 50% del primer salario, siempre que el contrato laboral sea permanente.

La ley, que debe ser socializada para que los buscadores de empleo conozcan sus derechos, dice claramente que “en ningún caso podrá la agencia cobrar ningún tipo de adelanto o membresía”, como suele ocurrir.

Las agencias de empleo cumplen una función importante en los mercados de trabajo reconocida por la misma Organización Internacional del Trabajo (OIT), al “contribuir a vincular la oferta con la demanda de trabajadores”.

Pero, además, “también pueden contribuir a mejorar las condiciones de trabajo”, ayudando a “librar a los mercados de las condiciones de explotación”.

Estas agencias suelen colocar una fuerza laboral “más joven e incluir un porcentaje de mujeres y de miembros de colectivos minoritarios superior a la media de la fuerza de trabajo en general”. Ello no quita la necesidad de que sean reguladas para prevenir irregularidades.

Se permite, señala la OIT, su “regulación efectiva” que garantice “la existencia de proveedores de servicios profesionales fiables en materia de recursos humanos, y la prevención de la trata de seres humanos y de las prácticas desleales”.

De hecho, el papel cada vez mayor de estas agencias en la migración internacional exige “reglamentar mejor este mercado” para prevenir prácticas injustas y abusivas.

En ese sentido, falta aún tomar medidas para que los abusos, del tipo que sean, no se repitan más.