Editorial

Prevenir el cáncer cérvico-uterino

Más de 400 mujeres mueren al año en Honduras a causa del cáncer cérvico-uterino, una enfermedad crónica que se puede prevenir. Vacunarse a tiempo contra el Virus del Papiloma Humano (VPH) evita este mal que es la primera causa de muerte de las hondureñas por cáncer, según cifras de la Secretaría de Salud.

A mediados de 2016 el sistema sanitario público introdujo la vacuna contra el VPH, de la que se aplicó una primera dosis a 71,021 niñas de 11 años, pero solo 40,000 recibieron la segunda inyección a finales de año. Este 2017, las autoridades se han propuesto vacunar a unas 99 mil niñas de esa edad, pero sin el concurso de los padres de familia difícilmente la meta será alcanzada. La vacuna contra el VPH estará disponible los doce meses del año en los 1,606 centros de salud del país, adonde los padres deben llevar a sus hijas de 11 años como una medida para prevenir que en el futuro, en la flor de su vida, sean diagnosticadas con la mortal enfermedad. En un esfuerzo para cubrir a la mayor cantidad de menores posible, el personal sanitario visitará también los centros escolares para aplicar la vacuna. La atención preventiva en salud es una responsabilidad del sistema sanitario público, pero también de la ciudadanía. Millones de lempiras de los impuestos de los hondureños son destinados cada año a tratar enfermedades prevenibles, cuando bien pudieron ser empleados en otros males que no lo son.

Es de destacar el esfuerzo de las autoridades de Salud, a través del Programa Ampliado de Inmunización (PAI), para reducir la incidencia de este tipo de cáncer y por ende los índices de mortalidad al introducir una vacuna que se aplica gratuitamente.

La población debe responder, con conciencia y responsabilidad, al llamado para vacunar a toda niña de 11 años, para inmunizarla del virus que se transmite a través del contacto sexual y es causa de diversas enfermedades contagiosas, además de varios tipos de cáncer, entre ellos el de cérvix por el que, según la OMS, y sobre todo en los países en desarrollo, cada dos minutos muere una mujer