Columnistas

¿Qué se viene para el país después del juicio a Juan Orlando Hernández (JOH)? Con esta interrogante concluíamos hace una semana, sin saber todavía el veredicto del jurado neoyorquino que escuchó los argumentos de sus acusadores y defensa. Aunque una buena parte de la población hondureña ya le había “encontrado” culpable desde mucho antes de todos los cargos presentados en su contra en la Corte del Distrito Sur de Nueva York -y también de otros que no fueron objeto de juicio-, es apropiado decir que una buena cantidad de personas también esperaba que el acusado saliera bien librado de la acusación. }

Entre ellos, obvio se encontraba su familia inmediata y más leales colaboradores, personas que simpatizaron con él y le votaron, pero también -vaya paradoja- personas a quienes poco o nada convenía que lo afirmado por los testigos de la parte acusadora se ratificara como cierto e incontestable y se convirtiera en “verdad legal” o judicial.

Nos referimos a diversos personajes del contexto nacional que aparecían mencionados como actores de reparto, en roles protagónicos o tras bambalinas en esta tragedia que afecta a nuestro país desde hace varias décadas y que pareciera está lejos de tener un final con moraleja.

A diferencia de los participantes locales, cada vez más perfilados y delineados con nombres y apellidos por una implacable Fiscalía federal norteamericana, quienes controlan la cadena final del gran negocio de la narcoactividad o se benefician financieramente de ella, así como “la caballería -con siglas harto conocidas- que viene a salvar a la damisela” (¡ayooo silver!) permanecieron anónimos y enmascarados, bajo el manto de confidencialidad y secreto insuperable que llaman documentos clasificados (top secret), dejándonos en ascuas y deseosos de nuevas temporadas, como si se tratara de series de televisión o streaming de alta demanda, con membrete de continuará.

Como ocurre con todo tema controvertible, prácticamente no hay persona entre nosotros que no haya asumido una postura sobre el destino merecido por el “villano” del momento. Sin embargo, hasta ahora hemos asistido únicamente a una versión producida y narrada en inglés, con traducción e interpretación al castellano hecha por periodistas del patio, ¿podríamos esperar o demandar una versión en español con acento catracho, desde suelo hondureño y con cobertura inmediata, presentando estrados, jueces, fiscales y defensores nacionales? ¡Quién sabe!

En todos los países alrededor nuestro varios expresidentes han enfrentado la espada de la justicia propia por casos de corrupción: Alemán (Nicaragua), Rodríguez Calderón (Costa Rica); Flores, Saca, Funes y Sánchez Cerén (El Salvador); Pérez y Morales (Guatemala), Martinelli (Panamá).

Se ve que el hondureño brilla por su ausencia.Decíamos hace una semana que no todos los políticos hondureños llegan a ser reconocidos o recordados. Y cuando en una lista faltan nombres, lo que se hace es rellenar los espacios en blanco