Columnistas

La Semana Santa, es la conmemoración de la pasión y muerte del Señor Jesucristo. Debiera encarnarnos el compromiso con sus preceptos, para como Cristo, pasar de la muerte a la vida. Y ser mejores seres humanos. La cruz en la que expiro Jesús, para resucitar más tarde, deja de ser símbolo de muerte para volverse símbolo de vida. De la vida en Cristo que es verdad y promesa. Ser Luz y Sal del mundo, como lo prescribe el Maestro, es un llamado a iluminar en medio de la oscuridad que prevalece, específicamente sobre nuestro país, tan agobiado por la sinrazón de algunos de sus dirigentes. Y ser sal, para preservar lo bueno de la vida y darle el sabor que haga agradable y justa nuestra existencia y las de los demás. Ser Sal y Luz del Mundo es la responsabilidad que asumimos en el Grupo de Profesionales y Empresarios de la Iglesia Católica (GEPROCA). La responsabilidad de ser buen cristiano y ser buen ciudadano. El feriado propio de la Semana Santa, es también un tiempo de ocio y de descanso, de uso de tiempo libre y ello debiera realizarse sin obviar la verdadera causa, la búsqueda de la salvación personal y familiar en Cristo. Buscar la santidad tan difícil de alcanzar y en el proceso redimirnos, mediante el arrepentimiento y el propósito de enmienda y de no volver a pecar: la lucha a la que se enfrenta a diario todo cristiano comprometido. El carácter pagano que en gran parte se le imprime a la Semana Mayor, tiene que ser superado. ¿Ingenuidad? No. Solo la añoranza de que sean retomadas las buenas costumbres en una sociedad en que la ética pareciera deformarse. Procurar seguir los mandamientos de la Ley de Dios, no nos daría aun la sociedad justa a la que aspiramos, pero si nos pondría en el camino para pasar de procurar a alcanzarla. Jesucristo no esta pasado de moda ni es solo para viejos, es tendencia y es sobre todo para los jóvenes que iluminados comprenden que solo en El hay paz y victoria. Que esta Semana Santa sea de Fe y de fortalecimiento físico y espiritual.