Columnistas

Lecturas electorales

Aunque cada país tiene su identidad política y electoral, cada vez que en América Latina hay procesos electorales, sean estos primarios, generales, parlamentarios o presidenciales se encienden, sino las alarmas, por lo menos las alertas en las clases políticas locales de cada país.

Desde hace muchas décadas la región se ha dividido en gobiernos que van más a la izquierda o más a la derecha. En algunos países los cambios se han dado de manera convulsa, en otros casos de manera pacífica, pero creo que sin excepciones se han dado transformaciones propias de la democracia.

Recientemente hubo algunos procesos electorales en la región, es bueno revisar cómo le han venido estos vientos a nuestro huracanado clima. En Guatemala ha ganado la presidencia Bernardo Arévalo, quien en segunda vuelta se impuso a Sandra Torres, que representaba la esencia de la política tradicional guatemalteca. La derrota se convierte en este caso además de práctica, simbólica. Esta se ha sumado a otras rupturas que ya se habían dado con otras tradiciones políticas, un poco parecido en ese sentido a lo que sucedió en Honduras en los últimos comicios.

El caso de las muy polémicas y tristes elecciones del Ecuador, que necesitarán una segunda vuelta entre Luisa González y Daniel Noboa, nos deja quizá uno de los panoramas más temidos en cualquier país del mundo. El 9 de agosto, a solo días de la realización de la fiesta electoral, fue asesinado Fernando Villavicencio. Una vez sucedidas las elecciones ecuatorianas el correísmo ha quedado muy bien posicionado y se perfila para volver al poder en el país sudamericano. Parece que si de algo sabemos los latinoamericanos es de voto de castigo, que aunque no está contemplado en los ideales democráticos, sí genera relevos y alternancias sanas en los gobiernos. Con lo sucedido hasta el momento, parece que le diera al socialismo del siglo XXI una bocanada de oxígeno que hace mucho no tenía.

Pero el movimiento más interesante que se ha dado recientemente es el que tuvo lugar en las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias de Argentina, en las que la nueva rockstar de la política latinoamericana, Javier Milei fue el candidato presidencial más votado. Un fenómeno sin lugar a duda, un personaje que nadie se tomada en serio hace un par de años, ahora se podría convertir en presidente de uno de los países más importantes de América. El ultraderechista, que causa recelo por los adjetivos que él mismo se da como anarcocapitalista, puede significar un punto de quiebre para lo que se viene en el continente.

La aparición de figuras como las de Milei en Argentina o Bukele en El Salvador solo son producto de la desesperación y el hartazgo en el que han caído pueblos que ya solo conocen de decepciones. Cuando digo que Milei puede significar un punto de quiebre es que se pueden venir muchos candidatos así, primero por pura inercia y producto de la influencia que pueda tener un país como Argentina en la región, y segundo porque después de todo la política o al menos las campañas se tratan de vender, y parece que la irreverencia y la excentricidad van a comenzar a ser muy importante; posiblemente solo por el hecho de sentirlos distintos. Bueno, casi olvidaba que Trump ganó unas elecciones.

Así que habrá que estar listos, quizá la política tal cual la conocemos está llegando a su fin. Pero eso no quiere decir que sea mejor. De ninguna manera.