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La CAF, entre oportunistas y absurdos

Fue quedar boquiabiertos hace unos años cuando el Fosdeh reveló que los gobiernos recientes se birlaron en corrupción 65,000 millones de lempiras anuales; los nacionalistas señalados ahora ponen el grito al cielo cuando se habla de 11,000 millones, no para robarlos, sino para ser socios del Banco de Desarrollo (CAF).

Está claro que se trata de una discusión política más que económica. En el Congreso Nacional no podría ser de otra forma; por definición la asamblea es el espacio de acuerdos, negociaciones, convencimientos, dar y recibir; el problema es que muchos sólo negocian aquí sus intereses personales.

En ese mismo Congreso, en 2021, dirigido y tiranizado por los nacionalistas, se aprobaron los decretos que ahora perdonan impuestos a un puñado de empresas (coincidencias) por 11,000 millones de lempiras anuales; entonces no les importaron los hospitales desabastecidos, las escuelas abandonadas, la canasta básica.

Tanto nacionalistas como liberales tienen -por razones obvias- un inocultable interés en la elección del nuevo fiscal general y fiscal adjunto, y la aprobación del acta de adhesión a la CAF les brindaba una irrenunciable oportunidad para negociar impunidad; nuevamente operaron como compinches.

En el Partido Salvador de Honduras están los “diputados covid”, un grupo de médicos conocidos durante la pandemia -que por eso consiguieron votos- sin experiencia política en un organismo eminentemente político, y pasa lo que pasa, se asociaron hasta con los nacionalistas que abominaban.

Un ejemplo, la doctora Suyapa Figueroa, justificó su oposición a la CAF para “no hacer equipo” con Venezuela y Nicaragua. Alguien debió explicarle a la señora que este banco se fundó en Caracas ¡en 1968! -antes de que estigmatizaran a ese país- y que también lo integran España, Portugal, Argentina, Costa Rica, Uruguay, México, etcétera, y no, no está Managua.

Dan pena muchos de los congresistas que se exhiben con argumentos banales, vacíos y hasta absurdos; lo que sea con tal de oponerse; ciegos por el rencor al gobierno y el ánimo destructivo.

Sobra decir que Honduras no tiene una economía envidiable y apetecible por la banca internacional. Hay pocas ventanillas donde solicitar dinero prestado y en condiciones preferenciales para enfrentar la brutal desigualdad. La CAF es una de ellas.

Cada nuevo gobierno llega a administrar crisis, carencias y miles de reclamos. La única forma de financiar la urgente infraestructura: carreteras, puentes, escuelas, hospitales; o apoyar programas sociales de agua y electricidad es con préstamos, dinero de afuera, que no es fácil conseguir. La CAF es una ventana.

Aunque la adhesión a la CAF la aprobaron hace semanas en el Congreso y no se puede retroceder el voto, no quisieron aprobar el acta; y los politicastros lo celebran como una derrota al gobierno; como si su sórdida oposición no afectara a los mismos de siempre: los más pobres.