Columnistas

Holanda del corazón

Por décadas ha sido titulada la nación más ecuánime del orbe, entendiendo por tal, según la RAE, “imparcialidad de juicio e igualdad y constancia de ánimo” o, para exceder en la descripción: “objetivo, neutral, ponderado, equilibrado, recto, honrado, sereno, justo, sosegado, mesurado, tolerante, razonable”. Muy rara vez se acusa a los neerlandeses (que pertenecen a los Países Bajos o de tierras bajas, incluso bajo el nivel de mar) como racistas, discriminatorios o segregacionistas (“méritos” innegables de los norteamericanos) ya que en particular sus religiones protestante y católica se caracterizan por manejarse más por principios altamente morales y éticos y menos de superstición, idolatría, invenciones místicas o adoración de santos de palo. En ciudad Hilversum, por ejemplo, sede de Radio Netherlands Worldwide, no se cierra las cortinas de ventanas porque si todo es correcto dentro, ¿a qué ocultarlo de las gentes y dios?

Allí estuvimos con el cantautor Guillermo Ánderson en 2002 gracias a la labor cultural de varios holandeses pero especialmente de dos contagiosos, maravillosos y súper constructivos “cheles”, como los bromeábamos, que habían imaginado y edificado el milagro. A Piet Schuyt e Ineke Jansen se les había metido entre cejas que Honduras, como en efecto, era desconocida en aquellos lares y que las bellezas de nuestro solar trópico era injusto que pasaran inadvertidas en Europa. Así que con envidiable iniciativa y con entusiasmo y humor casi feroz se presentaron a Hivos, organización interesada en el desarrollo económico y cultural de África, Asia, América Latina y Europa, y ante las fundaciones OLAA y Mondriaan y otros patrocinadores para motivarlos a producir un libro (“Del tiempo y el trópico”) dedicado a exponer al mundo gentes, paisaje y sobre todo cultura de nuestra nación. Hivos involucró a la editorial Kit Pubishers de Ámsterdam y esta a Centro Editorial de San Pedro Sula, las que acordaron contratar al súper fotógrafo Hannes Wallrafen para documentar las vistas, a este suscrito para confeccionar relatos y a Guillermo Ánderson (que elaboró bellas canciones al respecto, incluyendo su único bolero) a fin de que convirtiera en melodía producto tan disímil y a su vez armónico.

Es el más bello libro de la nacionalidad (trilingüe, a color, pasta dura, 130 pp, bond 50 gramos y CD con música). Por ser subsidiado se vendió a 500 lempiras pero hoy se compra en Amazon a US$200.00 ya que lo buscan coleccionistas. Lo presentamos con Guille en un auditorio de Ámsterdam (donde dije mi primera palabra en holandés: bedankt, gracias) y luego en el festival Noorderlicht donde, para nuestra sorpresa, los descendientes quizás de quienes por allí habían férreamente combatido a los alemanes del Reich se sacudían espasmódicos al oleaje de las melodías de Guillermo, en particular “Haydée”, “Este marinero” y los sones de ritmo punta, que les ponían temblores a lo mejor atávicos en los huesos, por aquello de sus antepasados contrabandistas de esclavos.

Piet, que acaba de partir a espacios insondables, adoptó, sin que nadie lo sedujera sino el país, una doble nacionalidad del espíritu a la que las creaciones de Guillermo le inspiraban los más nobles amores patrios.