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¿Cuándo el poder será un medio y no fin?

Uno de los conceptos más populares de los políticos es utilizar la palabra “pueblo”, justificando que ellos son del pueblo, que su actuar es para el pueblo y todo lo que buscan es a favor del pueblo, aunque en la práctica todos y todas sepamos que no es cierto.

¿Por qué? Porque el poder para los políticos es un fin, no un medio para garantizar el bien común a la población, basta con observar ese discurso de odio y divisorio de varios funcionarios públicos, como que no conocieran que, cuando están en esos cargos, gobiernan para los opositores, para sus amigos, en fin, para todos. Lo que pasa es que el poder para ellos es visto como un Dios que trae consigo dinero y reconocimiento, cosas que a cualquier persona vacía llenan fácilmente. Entonces al estar gobernando, en lo único que piensan es en esos beneficios para ellos y por eso buscan concentrar y conservar el poder. Entonces, tener el “el poder del pueblo” se vuelve un estilo de vida muy cómodo para muchos, aunque los intereses que representan son más personales que colectivos, es fácil para cualquier servidor público hablar de pobreza, cuando en su casa sí tienen que comer, hablar que otros paguen impuestos cuando ellos jamás han generado algún empleo, criticar las comodidades, pero mejoran significativamente su estilo de vida en la función pública. Y no, no estamos en contra que el trabajo que hagan lo cobren bien, el problema es cómo usan el poder público para beneficiarse, y esto aplica para todos los partidos políticos.

Eso es el ejemplo de lo que no debe suceder en la política convencional, pero es lo que pasa, mientras un joven decide dedicar su vida a la carpintería y trabajar dignamente, comprender la técnica de cómo trabajar la madera y luego emprender colocando su taller le puede tomar años alcanzar el estilo de vida que un servidor de cuarta categoría puede tener en dos meses por andar detrás de sus “líderes políticos” y esto es injusto, porque por eso la clase política en general produce repudio a la población, no nos engañemos, las personas no usan sus medios para ir a una marcha, esperan algo a favor para movilizarse porque no creen en los políticos que tenemos. Los políticos critican las élites económicas y hablan de las familias millonarias que controlan al país, pero al llegar a un cargo público pasan a vivir como las minorías que tanto critican, esto es desleal al pueblo hondureño. Cuando veamos la política como una herramienta para ayudar, comenzaremos a observar cambios sustanciales en Honduras.