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Cicatrices de oro: Kintsugi

Todos hemos experimentado algún tipo de prueba difícil en donde han quedado marcadas muchas heridas, dejando cicatrices muy profundas. Y a pesar de que esas marcas te recuerdan lo que has aprendido, a veces desearías no haberte caído. Normalmente tendemos a esconder el dolor y maquillar las heridas cuando hay algo que nos preocupa del pasado o no queremos dejar de ver y lo único que nos provoca es incrementar el resentimiento, el dolor y el aislarnos de todo lo bonito que existe en la vida.

¿Has escuchado sobre el kintsugi? Consiste en la reparación de objetos de cerámica o porcelana utilizando la resina del árbol urushi, procedente de Asia, mezclada con polvo de oro. Según los japoneses, los objetos tienen una historia que mostrar al mundo y esta no debe ocultarse. Las roturas o desperfectos son también parte de su ciclo vital. Por ello, cuando una preciosa porcelana se hace añicos, los artesanos del kintsugi la recomponen utilizando como adhesivo esta mezcla de resina y metales preciosos que le otorgan un curioso halo de sabiduría y experiencia. Hermosas cicatrices acaban por convertirse en una parte más del objeto infundiéndole una apariencia única, ya que no hay dos objetos que se rompan de la misma forma. Tal vez, de una forma similar a la de la sonrisa de una persona que supera enormes dificultades demostrando una sencillez y humildad ejemplar. Partiendo de esta metáfora, hay tres aspectos clave de la resiliencia, que pueden convertirse en la amalgama perfecta para convertir los momentos difíciles en la base para reinventarse como una joya cada vez más perfecta en sus imperfecciones.

Sonreír: es necesario buscar razones auténticas para sonreír. Un recuerdo agradable, el olor del café, los colores de una imagen. Créanme, no es tan difícil conseguir razones para sonreír.

Agradecer: vivir con gratitud contribuye a desarrollar una perspectiva más positiva de la vida, incluso en momentos llenos de restricciones y dificultades. La práctica de gratitud de contar bendiciones, en lugar de cargas o problemas, contribuye a que las personas reporten un mayor bienestar.

Dar: uno de los aspectos que más fortalece en situaciones retadoras es la generosidad y el altruismo. Ayudar a otros, incluso cuando representa sacrificios, desarrolla una mayor fortaleza mental y contribuye a una sensación general de bienestar.

Todos tenemos nuestras cicatrices, pero, al fin y al cabo, nosotros decidimos si ellas se convertirán en una fuente de valor para nosotros y quienes nos rodean. Somos los artesanos de nuestra propia vida, con la capacidad para poder sanar, persistir y fortalecerse pese a los golpes sufridos con el hilo dorado del tiempo, donde el pegamento representa nuestra voluntad y el oro, la aceptación, comprensión y valor que vamos encontrando en los surcos de nuestras cicatrices. Aunque la vida nos rompa, siempre podemos crecer de nuevo, juntar los pedazos y repararnos terminando siendo más bellos no sólo por fuera sino también y sobre todo por dentro.

“El mundo nos rompe a todos. Y luego algunos se hacen más fuertes en las partes rotas”: Ernest Hemingway