Columnistas

Cuando los castellanos y portugueses se repartieron el mundo en el Tratado de Tordesillas en 1494, plantaron el pendón con el escudo de la corona en las tierras “descubiertas” y empezaron a asaltar a las comunidades indígenas, los sometieron y esclavizaron, los explotaron hasta la muerte en las minas donde explotaban el oro y la plata, asaltaron los bosques y tierras, se hicieron terratenientes, ganaderos, los encomendadores tenían el poder de la vida y muerte de los encomendados, se hizo la independencia de la Corona, mas los resabios de trescientos años de colonia hicieron fracasar la Federación, se replegaron los políticos para hacer fortuna en las nuevas repúblicas del istmo.

Asaltados por compañías extranjeras que pagando una miseria se hicieron de miles de hectáreas de tierras para plantar el banano, donde con bajos precios los trabajadores eran asaltados en los comisariatos donde le hacían las de “cero guarismo, quedaste en lo mismo” o el “cero cuadrado, quedaste alcanzado”, sometiéndose a la tortura de tirar rieles en tierras imperantes de serpientes venenosas, guamiles espesos, suampos verdaderos criaderos de zancudos donde miles enfermaron y murieron cuando contrajeron la malaria, fiebre amarilla o el cólera por la insalubridad de los barracones donde el hacinamiento era la cárcel para aquellos presos de las bananeras.

Y llegaron los bandoleros vestidos de saco y corbata, llegaron con los bolsillos rotos para el pueblo y remendado para su provecho, asaltaron los poderes del Estado discutiendo proyectos de infraestructura y otros, consiguiendo la coima ofrecida por el contratado adquiriendo este dinero extra con la sobrevaloración de los proyectos.

Nos asaltaron cuando permitimos que fuerzas foráneas se pasearan como Pedro en su casa, donde se implementaron doctrinas donde sucumbieron hermanos con pensamiento diferente, donde se deseaba cambios estructurales para la nación, asaltados por una plutocracia que se fue adueñando de las riquezas del Estado y de propiedades privadas, habiendo asignado el Estado los fondos para proyectos y donde los turcos y ladinos hicieron fiesta con la Conadi, sacaron préstamos millonarios y al sol de hoy se han quedado deudores, y la Confino solo fue la bulla para que los atracadores obtuvieran sus intereses personales.

Asaltados con una clase empresarial donde solo se utiliza la mano de obra, la energía vital para generar progreso y riqueza a través de la maquila donde son explotados y posteriormente desechados cuando se enferman o sufren accidentes laborales, trabajadores que quedan lamiéndose el dedo cuando cierran operaciones las empresas maquiladoras, dejando a miles desempleados y sin conseguir sus derechos laborales que por ley le corresponden porque se declararon en quiebra.

Se nos asalta con leyes que dañan la moral de todos los hondureños cuando aprueban leyes a favor de delincuentes de cuello blanco y corbata, hoy se pasean impunemente y con risa socarrona baten sus mandíbulas y se ríen de todos nosotros, hoy convertidos en asesores, diputados y algunos que medio probaron la cárcel y fueron liberados porque la ley fue asaltada.

Como decía Gabriel García Márquez: “aquí se hacen nuevas constituciones, nuevas leyes, nuevas guerras, pero seguimos en la Colonia”. (El amor en los tiempos del cólera)

Nos asaltan y nos roban también la esperanza y con ello la vida.