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Las estafas piramidales

Aunque ya se habían practicado entre 1869 y 1872, fue hasta el año 1920 cuando el italiano Carlos Ponzi puso en marcha con gran suceso lo que hoy conocemos como estafa piramidal, consistente en engañar a los inversores ofreciéndole altos rendimientos en muy corto plazo, usando el mecanismo de “robar a Pedro para pagarle a Pablo”, en un flujo que inicia con pocos y continúa cada vez con más, hasta asemejarse a una pirámide humana, en cuya cúspide se encuentra el creador del esquema, y con una base muy amplia de ingenuos que caen en la trampa de invertir su dinero.

En la actualidad, el esquema Ponzi se disfraza con la ropa del marketing para comercializar ciertos productos, mediante el procedimiento “en el cual los participantes tienen que recomendar y captar (referir) a más clientes con el objetivo de que los nuevos participantes produzcan beneficios a los participantes originales” (wikipedia.org).

Pero esta forma de engañar a muchos, los cuales por ambición se suman al esquema piramidal, alcanzó su apoteosis con la estafa organizada por “Bernard Madoff, el exfinancista estadounidense que estaba en prisión por realizar uno de los fraudes financieros más grandes de la historia” (BBC News Mundo), y que falleció a los 82 años el recién pasado miércoles 14 de abril.

Lo que provocó la caída de Madoff fue la recesión mundial de 2008, “ya que los inversores, golpeados por la situación, intentaron retirar alrededor de US$7,000 millones de sus fondos y el financista no pudo encontrar el dinero para cubrir esos retiros” (BBC News Mundo).

Como resultado de esta situación, Madoff fue condenado en 2009 “a 150 años de cárcel por haber estafado a miles de personas durante más de dos décadas” (BBC News Mundo).

En nuestro país han ocurrido por lo menos tres formas de estafas piramidales. Así, hace algunas décadas funcionó con mucha pompa televisiva el denominado “Cofre de la fortuna”, que vendía participaciones para que la gente disfrutara la entrega de premios (generalmente vehículos) con la condición que debían lograr sumar a otras personas interesadas.

Afortunadamente, la autoridad supervisora que hoy se denomina CNBS, logró cerrar tan exitoso negocio.

Hace unos pocos años atrás, muchos jóvenes hondureños, incluidos algunos profesionales universitarios con ínfulas de emprendedores, participaban entusiasmados vendiendo sobrecitos de un supuesto adelgazante, siempre bajo el esquema obligatorio de lograr incorporar nuevos participantes.

Este esquema se ha renovado mediante la venta de productos de belleza.

Un banco ya desaparecido vendió bonos corporativos con rendimientos extraordinarios, colocando montos que sobrepasaban ampliamente las garantías reales recibidas, hasta agotar recursos y quebrar por incumplimiento.