Columnistas

Ahora que la responsabilidad del diálogo recae en los integrantes de las mesas y posteriormente en los 128 diputados del Congreso Nacional, debemos hacer un compás de prudente espera para darles a los dialogantes el beneficio de la esperanza de que algo mejor surgirá para el futuro político del país.

En ese compás de espera, los hondureños debemos tomarnos espacios para liberar fantasías y contar nuestros sueños esperando que algún día se hagan realidad. Hoy comparto dos de mis anhelados proyectos que no son inéditos; los he cabildeado sin éxitos, hasta ahora, con varios gobernantes, dirigentes empresariales del turismo y autoridades municipales, todos han escuchado con sumo interés las ideas, pero con muy poca acción, no les han parado bola. El primer proyecto es declarar como reserva turística a la mejor bahía protegida del Caribe, la Bahía de Castilla, para dedicarla exclusivamente al desarrollo de un megaproyecto hotelero, condominios residenciales de playa, restaurantes, parques de recreación familiar, tiendas de artesanías criollas, cines y todas las demás actividades conexas, este es otro paraíso, junto con las Islas de la Bahía, en nuestro Caribe hondureño. La idea es crear un sitio turístico modernísimo que compita con Cancún en México y provoque un desarrollo integral de toda la región desde Trujillo hasta la punta de la Bahía, con un hermoso y amplísimo bulevar costero que sirva no solo para el tránsito de vehículos, sino como área de recreación; conexo estaría el Puerto para el atraque de cruceros y, donde sea factible, en una área estratégicamente ubicada, el puerto de embarque y desembarque de los demás grandes buques comerciales que efectuarán el transporte de mercaderías utilizando el otro sueño de cuarenta años, como es esa vía moderna o canal seco que conectará Castilla con Amapala a través de vías férreas y carreteras.

El desarrollo de toda esa zona seria incalculable, dando empleo permanente a cientos de miles de hondureños en todos los campos de la actividad humana. En el año 1979 tuve la oportunidad de contactar a los más altos ejecutivos de las dos compañías atuneras más grandes del mundo en San Diego y San Francisco, California, y frente a la idea del canal seco mencionado surgió en ellos la idea de instalar una fileteadora en San Lorenzo para evitar el Canal de Panamá y así trasladar en tiempo corto su producto semielaborado, vía terrestre, desde el puerto sureño hasta Castilla.

Las empacadoras de estos dos monstruos industriales se encuentran en el este de los Estados Unidos y la pesca se realiza en el Pacífico. Por consiguiente, acogieron la idea con gran interés, generándose otra gran posibilidad de abundante empleo en ambas zonas. De eso ya transcurrieron 40 años. Estos solo son dos de mis anhelos, a ver quién me acompaña.