Columnistas

La patria fingida

La patria es ara, no pedestal”, decía José Martí, notable poeta cubano que fue exiliado de su país por un gobierno de derecha.

Este comienzo de septiembre también es el inicio del mes de la patria. Más allá de una conmemoración festiva de la independencia, donde políticos de casta hacen actos públicos solo por el simple hecho de querer dar a creer que son patriotas. Sin embargo, es igualmente un llamado a intensificar el sentido de pertenencia nacional en una nación que tiene su historia, tradiciones, riquezas, litorales, culturas y lenguas que no debemos perder; de igual forma, es una región tan singular como plural en la diversidad de nuestra familia y de nuestro territorio.

El mayor tesoro de un pueblo es siempre su gente llena de claridad y energía, herederos de un pasado no exento de luchas y conflictos; no obstante, con una vocación común, con una identidad digna y llena de sabiduría que el Estado no ha querido poner incidencia en esto.

Esa dignidad se demanda con el propósito de adecentar este país, que es la tarea pendiente más urgente, y empieza cada día en una lucha sin precedentes contra la corrupción, una batalla donde vamos construyendo nuestra independencia patria en el futuro inmediato, con miras a tener una atisbo amplio e ideales de una región seria.

En este período hay que ser claros, es para un grupúsculo de vividores, hipócritas que toda la vida la han usado con fines benévolos, y otros la han utilizado enriqueciéndose cada vez más su patrimonio. Por otro lado, este mes es más comercial que cívico, más de mercaderes que símbolos de lo que se quiera representar. Los centros comerciales venden lo que sea, invocando el sentimiento patrio. Igual se distribuye esa emoción profana cuando juega la Selección Nacional de Fútbol.

Mientras tanto, la patria está huyendo en las fronteras de España y Estados Unidos, esa ha sido exiliada, migrante que nadie nota, porque las alambradas son invisibles en los alborotos de la celebración de la independencia, donde olvidar en este país es celebrado por los funcionarios.

En las escuelas y colegios, los estudiantes con esfuerzo musical de bandas se preparan practicando algunos fragmentos musicales, adornado con las bellas palillonas, que en algunos casos han bailado al contagioso ritmo de la corrupción del poder.

Este desfile con poco fervor se aprecia en destacar de los valores de la ndependencia esa cosa pequeñita libertaria de amor a la patria que se debe inculcar desde la niñez y adolescencia; pero debemos destacar que hace tres siglos que nos hemos separado de una colonia extranjera, de haber dejado de ser una región dominada por explotadores, de haber dejado de ser súbditos y vasallos del imperio español, el de haber nacido libres a partir de esa Proclamación de la Independencia, el de haber hecho surgir al ciudadano, con derechos y libertades, el de haber propiciado, a partir de ese momento, el desarrollo del régimen republicano. Son los valores de independencia, autonomía, soberanía nacional, libertad, igualdad y fraternidad los que se deberían estar exaltando con fuerza este tiempo. Se debería incitar a concursos, lecturas, reflexiones y debates a nivel estudiantil sobre estos temas. Hemos perdido el sentimiento patrio, debemos reinventar otro patriotismo, más profundo por la identidad nacional, a la revalorización de nuestra cultura, al reconocimiento de nuestra mezcla racial con el fin de sustentar con orgullo todos sus componentes. Y levantar nuestra bandera con las manos limpias, firmes en la contienda contra los corruptos que la han convertido en su pedestal el Estado.