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La victoria de López Obrador en México

Lo dijimos en la opinión de la semana pasada en este mismo diario, la victoria de López Obrador era inevitable, las encuestas mas serias, en la mayoría de los casos, daban una ventaja que sobrepasaba la intención de votos sumados de los dos candidatos que le seguían.

El triunfo de AMLO deja muchas enseñanzas para el resto de países latinoamericanos; no basta un descontento de la sociedad con la llamada clase política, es necesario la existencia de un liderazgo que sepa interpretar el estado de ánimo de la población, que presente un programa de trabajo realizable, poseedor de cualidades personales que le proyecten una imagen de ser, por un lado, intolerable ante las injusticias, pero dispuesto a negociar aquellos temas complejos para la gobernabilidad democrática. López Obrador en ningún momento se identificó con ideología alguna, su propuesta siempre fue la de ser un heredero de las más ricas tradiciones del pueblo mexicano, tradiciones encarnadas en figuras como Benito Juárez, Lázaro Cárdenas y otros que supieron impulsar los cambios que el momento histórico demandaba.

Si ahora, por razones de política, algunos, sobre todo de sectores de derecha, han salido a titular el triunfo de Morena como un triunfo de la izquierda, más pareciera que es un intento de asustar a sectores conservadores al interior de la sociedad mexicana y al resto de los países que mantienen excelentes relaciones con México. Con buen tino alguien ha dicho que, en México, por lo menos en el proceso electoral, el sambenito del anticomunismo no funcionó.

Un hecho interesante y que podría estar a partir de ahora en los temas de política es el cansancio de algunos países desarrollados, especialmente de los gobernantes estadounidenses, que más allá de su errática política migratoria condenada por diversas naciones, al parecer se están cansando de estar lidiando con gobiernos corruptos, gobiernos cuyo sentido de gobernabilidad democrática es apenas una consigna que les ha servido para captar apoyo internacional, pero que a lo interno de las naciones no ha representado sino una excusa para enriquecerse. Cada día que pasa, los valores democráticos entran en choque con sistemas desmedidos de enriquecimiento; esto empieza a ser motivo de preocupación de los líderes mundiales, que ven drenar recursos de la cooperación hacia bolsillos de particulares.

Es sintomático que cuando todavía no se habían conocido los resultados finales de la elección, Donald Trump se pronunció felicitando a Manuel López Obrador “por su virtual triunfo”, y una vez conocidos los resultados señaló que “tengo la esperanza de trabajar con él. Hay mucho por hacer que va a beneficiar a ambos, los Estados Unidos y México”.

Ojalá que en el gobierno de AMLO y en los diferentes sectores de la sociedad mexicana haya mucha mesura, que aquellos que quieren ir muy deprisa se den cuenta de las complejidades de una nación como México, donde los cambios no son de la noche a la mañana, y los que por ahora han mantenido el statu quo, sepan que mantener los vicios y desajustes sociales y económicos puede ser todavía más grave para el futuro de esa gran nación.