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Bienvenido a la jungla legal

El nuevo vocero de la Misión de Apoyo contra la Corrupción e Impunidad en Honduras (Maccih) ha sido designado por la Organización de Estados Americanos (OEA). Luiz Antonio Guimarães Marrey es un alentador hombre de justicia, se graduó en Derecho por la Universidad de São Paulo, Brasil.

Él ostentó diferentes puestos en la jurisprudencia del país, ingresando desde muy joven en la carrera de jurista y desempeñando en 1980 como fiscal del Ministerio Público, desde ese momento solo iniciaba su habilidad en la abogacía.

Sus funciones más emblemáticas fueron las siguientes: secretario de Justicia desde el 2007 hasta 2010, secretario de Negocios Jurídicos del Ayuntamiento en 2005-2006, procurador general de Justicia por tres mandatos (1996/1998, 1998/2000 y 2002/2004).

Presidió el Consejo Nacional de los procuradores generales de Justicia (1997), miembro del Consejo Superior del Ministerio Público (1994/1995), miembro del Consejo Nacional de Política Criminal y Penitenciaria (1989), jefe de gabinete y director general del Departamento de Asuntos Legislativos del Ministerio de Justicia (1986/88).

Si bien es cierto que la designación del juez brasileño se produjo recientemente la semana pasada y a pocas horas de que el Departamento de Estado de los Estados Unidos emitió un comunicado mediante el cual señalaba la necesidad del nombramiento del vocero de la Maccih, a fin de que esa instancia de la OEA continúe “trabajando con eficacia”.

El exjuez brasileño contra la corrupción tiene un currículo implacable, diáfano y estructurado en el derecho como fin de la justicia; sin lugar a dudas que vendrá con toda la ilusión y la capacidad para esta lucha.

El jurista asumirá la batalla en medio de un laberinto montaraz de bárbaros bajo las oscuras sombras de una jungla legal donde se abrigan para elegir más de dedo que de conciencia al nuevo fiscal general en el momento más álgido con el fin de combatir la calamidad de la corrupción; ya transmitida por decreto y amurallada en las páginas del Código Penal de Honduras y redactada en las escandalosas imprentas de La Gaceta.

Bienvenido señor Guimarães, esta es su casa, pase adelante y siéntase en paz; aquí no suele pasar nada; las alarmas de robo están a la orden del día; pero en Honduras somos un país tan pacífico que robar es acto de bondad política.

Así que, si aún no le han robado la mesa y lápiz donde firmará sus pronunciamientos o comunicados, no se preocupe esto es normal. Señor vocero no se inquiete por tanto escándalo de miseria y suntuosidad podrida de esta democracia, usted puede estar tranquilo.

Pero más allá, del nuevo vocero de la Maccih, somos los hondureños los que vamos a ponerle fin a esta jauría de ambiciosos y corrompidos que se llevan el país en la bolsa; y cuando no les alcanza el botín; se refuerzan en equipos con el objetivo de crear redes y hundir la sensible economía nacional con la rancia maquinaria de justicia que salpica su óxido que carcome la conciencia de los millones de hondureños que callan.

Llegó el momento de hablar, de gritar, de denunciar y levantar la cabeza; porque, el riesgo de ahogarse en la saliva maligna del silencio te envenena de complicidad y eso es una señal que estamos perdiendo el país. Nuestra jungla, nuestra querida jungla aún te quiero.