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Sismos y vulcanismos en Honduras, ¿una amenaza?

En estos momentos de incertidumbre por lo acontecido en Guatemala, recordamos el escrito compartido en el año 2002. Comenzaba mi actividad como jefe regional del norte en una institución descentralizada del Estado, recién egresado de la carrera de Ingeniería Civil. Como único ingeniero de la Regional apenas tenía un mes de conocer cómo afrontar el reto de administrar y mejorar los sistemas de agua potable en una cobertura desde la frontera con Guatemala hasta los linderos de Tocoa, donde ciudades como El Progreso, La Ceiba y Puerto Cortés iniciaban su carrera competitiva por sobresalir en la región, en una zona donde transitar por las vías de acceso se convertía en un reto, principalmente en época de invierno; cuando en noviembre de 1976 recibí una llamada telefónica desde la ciudad de Puerto Cortés a El Progreso, sede de la Regional, informándome de la difícil situación que pasaba aquella ciudad, por las secuelas de un sismo acaecido en el Golfo de Honduras en aguas guatemaltecas.

La situación era desesperante debido a que la parte más afectada correspondía al centro de la ciudad y en el extremo oeste de la misma, en el barrio Campo Rojo, área importante en aquella época y principalmente por el suministro de agua a los barcos del principal puerto de Centroamérica.

Sin dudar un instante me trasladé a aquella ciudad y recorrí palmo a palmo la zona afectada para dictaminar la gravedad del daño. La Gerencia General nos apoyó inmediatamente solicitando apoyo a Dima con una cuadrilla experimentada para que nos ayudara a resolver la situación en el menor tiempo posible.

La primera impresión, a la entrada de la pequeña ciudad ubicada principalmente en el cabo, fue ver un vehículo turismo aplastado por la plancha de concreto armado del techo de la única gasolinera de la zona en esa época.

El sistema de agua potable se componía de tubería rígida con acoples bridados principalmente, los que se zafaron en varios puntos ocasionando que el agua no llegara a las zonas afectadas. Está por demás informar que el problema fue resuelto en los tres días siguientes a la tragedia, cambiando las tuberías principales por tubería flexible en algunos tramos y reforzando las bridas en otros.

El relato nos indica que realmente los sismos son una amenaza real para Honduras, en cambio el vulcanismo también es una amenaza pero aún no evidenciada, veamos por qué...

La sismología se refiere al estudio de los terremotos que se manifiestan por sacudidas de la tierra por el movimiento permanente de las placas tectónicas que cambian la forma de los continentes, la cual se nota significativamente si la medimos en períodos de millones de años.

El vulcanismo se refiere al estudio de la formación de volcanes y su actividad sísmica que genera también, temblores generalmente de menor categoría.

Honduras no escapa a estos cambios, pero es el país de Centroamérica que menos está expuesto a sismos y vulcanismos, no obstante que pertenece al mismo sistema sísmico de la región centroamericana.

La interacción de la placa Cocos en el Golfo de Fonseca con la placa del Caribe y con la de Norteamérica dan lugar a fallas como la del Motagua, la cual ha tenido mayor repercusión en Honduras como la acaecida en 1976 en Puerto Cortés. Otra zona de riesgo inminente se encuentra en la zona de Choluteca, al sur del país.

Aunque no se ha registrado mayor actividad sísmica o temblores en el país en él se encuentran un sinnúmero de fallas que son fracturas de la corteza terrestre y generalmente profundas, las cuales pueden estar en reposo o en movimiento, fallas como la del Motagua, fronteriza con Guatemala, las fallas de Chamelecón y el Guayape, todas son muy importantes desde el punto de vista sísmico.

Un temblor, que es una vibración de la corteza terrestre, forma ondas elásticas que pueden viajar rápidamente a través de las fallas y ocasionar catástrofes, es por ello que es necesario revisar nuestras medidas de seguridad y manuales de construcción para prevenir desenlaces fatales en el futuro, no olvidemos que actualmente estamos en una época de gran actividad sísmica que ha repercutido sustancialmente en El Salvador, Costa Rica, Nicaragua y Guatemala en los últimos años.

El vulcanismo también es de importancia en Honduras aunque no se han manifestado activamente como en nuestros países hermanos, Tegucigalpa, por ejemplo, se encuentra asentada en una caldera con el principal cono volcánico en el cerro La Laguna del Pedregal, le circundan no menos de 30 conos de menor categoría alrededar de la ciudad. Otro grupo de importancia de edificios o conos volcánicos se encuentran a lo largo y ancho del país. Su conocimiento es muy importante también desde el punto de vista de tierras productivas y no productivas y de disponibilidad de agua subterránea, insumos base del ordenamiento territorial.

Allan Levell, geógrafo de Flacso, en la revista Hombres de maíz, de Costa Rica, menciona en su artículo que: “El desastre es finalmente una construcción humana y por lo tanto su remediación también se constituye en una construcción humana”.

“El evento físico por sí solo, recalca, no es el responsable del desastre, sin embargo, los efectos actúan sobre la sociedad llevando consigo vidas, infraestructuras, cultivos, esperanzas y sueños”.

Lo importante es cambiar el paradigma actual de que es más fácil lamentar que prevenir cuando lo correcto es mejor prevenir que lamentar. Nuestra apreciación no lleva el fin de alarmar, ¿pero qué estamos haciendo para conocer mejor nuestra realidad? Bastante se ha hecho, pero es importante apoyar significativamente a la UNAH en su unidad de geofísica para que nos aclare un poco más el panorama.

Por lo pronto conozcamos las recomendaciones mínimas en estos casos: 1. No corra, mantenga la calma. 2. Desconecte la electricidad. 3. Desaloje la vivienda a campo abierto, si es el caso. 4. Aléjese de las ventanas y paredes frágiles. 5. Protéjase a un lado de un mueble fuerte. 6. En viviendas reforzadas con “castillos” en las puertas, pararse bajo el dintel.