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Los culpables de todo

Las fronteras no tienen color, ni raza, ni religión, ni credo ni nada de eso que suelen discursar los políticos. Las fronteras tienen leyes que hacen a un país mejor garante de sus derechos constitucionales como Estado.

No es por esa metáfora territorial, es que hay migrantes. Las causas son muchas como complejas, la más infame es el motivo político, esa que desbarata el Estado de derecho y se vuelca en crisis políticas. Estos son los exiliados políticos, como resultado Honduras tuvo el amargo trago en la década de los 80, e incluso, sigue este vergonzoso éxodo.

La más común y miserable de todas las migraciones es la causa socioeconómica. La mayor parte de los que emigran lo hacen por estos motivos, buscan un mejor nivel de vida, mejores condiciones de trabajo y remuneración, o en casos más críticos, podrían quedarse varados en el camino hacia los Estados Unidos de América. La situación de hambre y miseria en muchos países en vías de desarrollo obliga a muchos migrantes a arriesgar su vida en una multitud de ocasiones, con tal de salir de su situación y podría perder hasta la vida si ese fuese el caso.

Honduras ha tenido una suerte de caminos turbios y laberintos oscuros en la migración desde principios del siglo pasado; pero fue la crisis catastrófica del huracán Mitch y sus efectos tanto de hambruna como inundaciones y sequías prolongadas que ha ocasionado grandes desplazamientos de aquel tempestuoso año de 1998. Fue un año después: 1999, por tanto surge el Estatus de Protección Temporal (TPS) por lo cual el Gobierno de Estados Unidos nos concedió el permiso afectivamente para aliviar en parte la economía, que quedó enterrada en aquella tempestad que devastó la nación.

Hoy, otros lodazales, otros huracanes nos han borrado del mapa social. La borrasca cruel y las lluvias punzantes de la corrupción ha desbordado los límites de la tolerancia y leyes de Honduras.

Pues bien, la decisión anunciada por el gobierno del presidente estadounidense Donald Trump representa una posibilidad para que los hondureños que viven en EE UU , incluso los que no están amparados por el TPS, puedan regularizar su situación migratoria. Los inmigrantes hondureños merecen todo respeto, ellos representan un desafío para Honduras, considerado uno de los países más violentos y corruptos del mundo.

Por eso hay tanta angustia de los líderes hondureños, porque se pueden perder unos 200 millones de dólares en concepto de divisas, producto de las remesas, ellos mantienen la economía, que los corruptos arrasan, los políticos con un dedo alzado vuelven cenizas el patrimonio nacional.

Si estos mismos líderes no ambicionaran llevarse el erario público a su casa, habría escuelas, hospitales y fuentes dignas de trabajo, pues, ningún hondureño tendría necesidad de irse de su país a tierras ajenas, ni rogar con la esperanza de lástima para que nos perdonen nuestra infracción a las leyes federales de una nación que ha ayudado a Honduras, pero las políticas migratorias hoy son otra realidad. Nos toca regresar, pues, con una docena de bandoleros metidos a la política, donde cada día inventan una bandera, se les acaban los argumentos para culpar de la crisis a los demás.

A partir de ahora la nación estará en quiebra por falta de remesas. Ustedes, los migrantes serán culpables de todo ya que seguirán siendo una carga más para el país.

Bienvenidos, hermanos. ¡Nos toca ser migrantes en nuestro propio país!