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Partido Liberal, la batalla final

Pocos partidos como el PRI, con una dictadura que se instauró en 1929, han logrado, menos de tres lustros después, regresar al poder. Por muy grande que haya sido una institución política, una vez que se derrumba, no se levanta.

Le ha pasado a tantos partidos históricos en la región. Solo para citar unos ejemplos: La Democracia Cristiana en Guatemala y en El Salvador, el Apra en Perú, el Partido Liberación Nacional y el Partido Social Cristiano en Costa Rica.

Todos esos partidos sucumbieron por diferentes razones. Pero ni uno, estoy seguro, sufrió la embestida de un huracán categoría cinco como el que enfrentó el Partido Liberal de Honduras en 2009.

Pocos días después de su regreso del exilio de la República Dominicana me llamó el expresidente Zelaya, con quien hemos sido amigos desde que Carlos Montoya lo trajo de Olancho y lo hizo diputado en tiempos de Azcona.

Nos reunimos en la casa de los Reina, en Los Laureles. El único testigo de la cita fue Carlos Eduardo Reina, el anfitrión. Hablamos de muchas cosas. Al final le pregunté, en el marco de la confianza: ¿“Y qué vas a hacer ahora”? “Voy a formar un nuevo partido”, me contestó. Traté de explicarle el grave error que iba a cometer, pero no me escuchó. Al final, derrotado por su sordera y ceguera, le dije: “Lo único que vas a conseguir es pasearte en el Partido Liberal”.

No hay que ser ningún erudito para saberlo. Lo dijo hace más de 500 años aquel funcionario florentino: “Divide y vencerás”.

Hoy se buscan culpables de la tercera paliza al hilo que ha recibido el Partido Liberal y, en vez de sentarse a dialogar y tratar de encontrar la luz al final de túnel, empecinados en terminar de despedazar lo poco que queda.

Elvin Santos no se lanzó porque sabía que iba a volver a perder, y cualquiera que hubiera sido el candidato o la candidata -votos más, votos menos- el resultado habría sido el mismo.

Y ahora se avecina la batalla final. Elvin que no se termina de convencer, Carlos Flores que no saca sus manos –tras bambalinas– del control de la institución, y Luis Zelaya, como el Llanero Solitario. Pobre Partido Liberal.