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Punto de inflexión

Un punto de inflexión es un término matemático que define el momento o punto de cambio de dirección de una línea, haciendo una curva en otra dirección.

Para el momento cuando este artículo sea publicado, probablemente ya sabremos el resultado de las elecciones generales para Presidente de la República de 2017. Independientemente de quién sea el vencedor, según lo defina el Tribunal Supremo Electoral, es indudable que Honduras ha llegado a su punto de inflexión.

Físicamente, si ese cambio de dirección no se da, cualquier material que alcance su punto de inflexión se rompe, por muy resistente que sea.

Debemos reconocer que este proceso de inflexión se ha venido dando desde 1982, cuando iniciamos un nuevo período democrático en la historia hondureña, habiendo también aprobado, por la voluntad de los constituyentes, una nueva Constitución.

Nuestro país, desde entonces, ha venido sufriendo diversos golpes que son propios de un Estado en proceso de desarrollo democrático. Como un niño que esta aprendiendo a caminar, ha caído en diversas ocasiones, pero nos hemos levantado y hemos evolucionado en muchas cosas, salvando además por virtud propia o por suerte las penas de guerras intestinas y, por voluntad divina, librándonos de muchos desastres naturales que azotan a otras regiones.

Ahora, después de 36 años de vida constitucional y democrática, hemos llegado a nuestro punto de inflexión y debemos tomar decisiones sobre nuestro futuro. Atrás quedó el momento en el cual podíamos equivocarnos, como adolescentes que tienen la oportunidad de hacerlo, y luego enmendar sin mayores sobresaltos.

Somos ahora un Estado con mayoría de edad, nuestro pueblo también ha alcanzado la madurez necesaria para entender lo que se está haciendo bien y lo que se ha hecho mal y ahora, en su adultez política, reclamará como un adulto. Con fuerza, sin temor y con convicción.

Es momento de construir verdaderas instituciones de derecho. Cortes y tribunales con magistrados independientes. Un Congreso con las mentes más brillantes, pero también de las mas éticas y honorables.

Y la Presidencia de la República debe recaer en personas, mujer o hombre, que ejerzan un liderazgo ejemplar para nuestros jóvenes, con desprendimiento de sus intereses personales, honestos, sin tacha, respetuosos de la Constitución y las leyes y con capacidad gerencial probada.

Ya no habrá más oportunidades. Los que vivimos en Honduras y quienes no tenemos ni queremos otra opción, debemos empujar nuestra patria hacia esa dirección. Una situación en la que exista igualdad de condiciones y oportunidades para todos. En la cual no exista ni se necesite tener contactos o se practique el tráfico de influencias.

Honduras es un país muy rico por su gente, por sus elementos naturales, por su posición geográfica, pero estamos llenos de gente pobre porque no se ha administrado correctamente la riqueza que producimos.

La riqueza en Honduras debe ser un premio al ingenio, a la creatividad, al emprendedurismo y al trabajo arduo en general. No más riqueza producto de negociaciones desiguales con el Estado o favores a cambio de apoyo económico para los políticos.

Nuestro pueblo ha madurado y está demostrando a través de su reclamo que está listo para exigir. La pregunta es si nuestros líderes han madurado a la par o caerán presas de su propia ambición y miopía política.