Columnistas

Votamos sin pensar en Honduras

Los liberales buscaron un candidato que administrara su crisis para recuperar aquel histórico ayer pujante y beligerante.

El exrector perdió por soberbio y sobrado. Ignoró a verdaderos líderes, no quiso sombra. “Qué era Unitec antes que yo llegara”, “Qué era el Partido Liberal antes que yo llegara”. Yo, yo. Se rodeo de quienes no objetan y aplauden errores y obtuvo lo que no merecía su partido.

Al aceptar su derrota dijo “el pueblo es inteligente y escogió”. Por eso no lo escogió a él. Fue rechazado por superlativo y por su intacta sapiencia política. Qué pena.

Tuvo la ligereza de abrazar y llamar “presidente electo” al que iba punteando sin ser aun declarado ganador e hizo un pacto de gobernabilidad con Libre que partió al suyo sin misericordia ni remordimiento. Luis Orlando Zelaya no es líder y por no tomar en cuenta a correligionarios con experiencia e inteligencia en estas lides y sin dejarse asesorar, decretó su muerte política porque “sabía demasiado” y enterró al partido. ¡Sabía demasiado! Expresión enfatizada en novelas del oeste de Marcial Lafuente Estefanía cuando moría un vaquero contrincante.

Rodolfo Pastor Fasquelle le sentenció, “hoy no Luis, tal vez mañana”. Es el único responsable del penoso fracaso liberal. En estas elecciones hubo tensa tranquilidad con muchos votantes, sin mucha “abstinencia”, como dice una periodista.

Eso es muy bueno, lo malo fue cuando se conocieron las tendencias que no aceptaron unos y alegraron a otros. Adelantando acontecimientos.

En 2013 escribí: Estamos lejos de una verdadera democracia. Nuestros dirigentes son expresión del oscurantismo al estar inmersos en la politiquería y la “democracia electorera”, reducto de falsos líderes que limita, enajena y engaña incautos.

Una lección no aprendida es el atavismo de botar el voto en los aferrados al ayer que nos tienen sin mañana. La perversión del interés político se impone con la participación pasiva de muchos que desean el cambio que nunca llega y favorecen con su voto consciente o hasta inducido por el subconsciente anímico, la posibilidad de fracasadas “ideologías” con esquemas de falsas expectativas populistas que lejos de mejorar implantan una autocracia.

Un pueblo ignorante no piensa. Vaya hombres pusilánimes los que se dicen demócratas que azuzan a sus huestes para lograr sus objetivos políticos y llegar a gobernar. Eso es peligroso, porque generan desconfianza y afloran el caos para presionar resultados sin importar los daños materiales y humanos que provocan. No es así como se exigen y defienden sus derechos. Violencia genera violencia.

La democracia debe cuidarse a conciencia porque hasta que se pierde se reconoce el valor de haberla tenido. Es importante recordar que nunca ha sido un fin, sino un medio para lograr el bienestar social y demanda patriótica entrega. No es juego.

Nuestro futuro es de aciertos y toma de decisiones no de desaciertos e improvisaciones de políticos que se acusan de lo mismo en lugar de proponer realidades para contrarrestar el protagonismo populista y embaucador que amenaza con ganar los espacios que debemos asegurar para preservar este intento de democracia, ahora nuestra peor herencia a las generaciones jóvenes.

Lejos estamos de una verdadera democracia. Muy lejos. Siempre perdemos todos porque nunca aprendimos las lecciones de las elecciones y de los que “sabían demasiado”. Los políticos siempre ganan porque votamos sin pensar en Honduras.