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Las políticas para los negros en Colombia

Cuando se habla de los programas de desarrollo para las comunidades negras en Colombia, se parte de la falsa premisa de una homogeneidad de los negros, sustentada en el color de la piel, pero sin examinar que dentro de la población negra existen diversidades culturales y visiones de desarrollo que las hace diferentes dentro de un mismo departamento y de una región a otra.

Son aspectos que no han sido tenidos en cuenta a la hora de estructurar sus políticas de desarrollo. De manera errónea se ha pretendido impulsar el progreso de la población negra colombiana mediante una colectivización, pero sin analizar con detenimiento las particularidades culturales entre la población afrodescendiente.

Además, sin examinar con profundidad que existe una Colombia negra rural y una Colombia negra urbana, las dos con visiones de desarrollo diferentes de acuerdo con determinados patrones culturales regionales.

De allí que la puja por el control de los procesos organizativos entre aquellas dos visiones se ha convertido en otros de los grandes escollos políticos difíciles de sortear.

Se piensa que el simple color de la piel es un elemento aglutinador de los negros colombianos. De allí que las diversidades culturales son una de las talanqueras para llegar a consensos políticos y organizativos sobre cómo estructurar un modelo de desarrollo en unas comunidades que a veces lo único que las une son la pobreza y el color de la piel de sus gentes.

Otro aspecto polémico es que se trata de desarrollar políticas de inclusión del negro en Colombia basadas en un falso tribalismo y en un unanimismo étnico, inaplicables en la práctica.

Desde el punto de vista cultural los negros en Colombia tienen diferencias que han hecho difícil llegar a acuerdos políticos entre los líderes de las organizaciones y el Estado, en torno a las políticas de desarrollo del pueblo negro.

Porque la pertenencia a determinadas particularidades culturales tienen mayores fuerzas de cohesión política y social que el simple color de la piel.

El negro de departamentos como el Chocó tiene una cultura y una visión de desarrollo diferente a los negros de otros departamentos como el Valle, Cauca y Nariño, y estos entre sí, también tienen profundas diferencias con los de los departamentos de la costa Caribe.

Amén de los factores políticos regionales. Igualmente acontece con los negros de la región andina.

Un negro nacido en Bogotá, la capital colombiana, con su cultura andina, no piensa igual en términos del desarrollo que un negro de las riberas de los ríos Atrato, Patía, Mira o Telembí en la Costa Pacífica colombiana.

Tampoco un raizal de San Andrés en el Caribe piensa igual del desarrollo que un negro nacido en el Eje Cafetero con su cultura cafetera. Igual sucede entre un negro oriundo del Valle de Aburra con su simbología paisa y un negro de Barbacoas o Iscuandé.

Estas diferencias, sumadas a la falta de voluntad política del Estado y el hecho de que las organizaciones de comunidades negras sean convertidas en otros nidos de corrupción y en el refugio de los politiqueros que fracasaron en los partidos tradicionales y de izquierda, los cuales se han trasteado a estos procesos organizativos afrodescendientes con todos los vicios de corrupción y de malabarismos politiqueros, ha sido otro eslabón nefasto.