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Oposición hondureña toca las puertas en Washington

Por muchos años la disputa política por el poder de los partidos tradicionales, Partido Nacional y Partido Liberal, se resolvía en las oficinas de las empresas bananeras o directamente por parte de los funcionarios del gobierno estadounidense.

Era y sigue siendo impensable llegar al gobierno de la nación si no se cuenta con la venia de la representación del gobierno de los Estados Unidos. Romper esa lógica de poder es un desafío porque por ahora no existen las fuerzas políticas y sociales que puedan asumir ese rol.

En el pasado, las organizaciones de izquierda basadas en las teorías marxistas y otras de corte nacionalista como la teoría de la dependencia siempre explicaron nuestro atraso y subdesarrollo a partir de los lazos de dependencia financiera, política y cultural del capital trasnacional, jamás pensaron que el poder de la nación tendría que ser negociado con los responsables de mantener el dominio y los lazos de dependencia de nuestro país con el exterior.

Se convierte en motivo de análisis el hecho que el candidato de la Alianza opositora, Salvador Nasralla, a pocos días de las elecciones generales, se haya traslado a los Estados Unidos a denunciar, según él, un fraude que tiene montado el actual Presidente de la República.

Su agenda era muy amplia, aunque al parecer al final tuvo que conformarse con el recibimiento de personal del gobierno estadounidense de tercera categoría. Esto suena como a una queja ante quien no debería estar inmiscuyéndose en nuestros asuntos internos.

No resulta elegante que el representante de una alianza -en cuyo interior existe un partido que en reiteradas ocasiones ha dado declaraciones de ser antisistema, de promover una constituyente que devuelva el poder al soberano, donde el mismo Salvador Nasralla, en los actos conmemorativos de las fiestas del 15 de septiembre prometió, de llegar a la Presidencia, luchar por la soberanía y plena independencia- ahora se haya ido arrodillar ante los que de alguna manera representan el poder imperial con el propósito llamar la atención y, de manera ilusa, se pretenda que los gringos vengan a poner orden a nuestra propia casa.

Y en una demostración de inmadurez política, el candidato opositor, de regreso al país, viene con aires de triunfador haciendo acusaciones al gobierno de Estados Unidos de estar mal informado sobre lo que pasa en Honduras, desconociendo que si hay una nación que conoce todos los vericuetos de lo que ocurre en nuestros países es precisamente esa nación, que por su condición de gran potencia tiene las fuentes informativas más eficaces en favor de su propia seguridad.

Y todavía más, el candidato opositor, en su acostumbrada prepotencia, se atreve a decir que ahora, luego de su viaje, en “EE UU ya saben la verdadera situación del país”.

En efecto, los gringos saben que mientras el aspirante a la Presidencia de la República, Nasralla, con su inexperiencia en política internacional, se mueve hacia el norte y sus aliados cercanos y mentores de manera dudosa y calculadora encaminan sus pininos hacia el sur, no tienen garantizados sus intereses en el país.