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El buen hablar y el buen vivir

Está vez haré referencia al buen hablar como la cortesía que utilizamos cuando mantenemos una conversación con otras personas, y no tanto a una corrección gramatical.

Lo primero que hay que subrayar es que la lengua es noble, esto es, que no está hecha para ofender o tratar mal al interlocutor u objeto de conversación. Son las determinadas comunidades de hablantes quienes cargan las palabras con significados vulgares u ofensivos.

Si se revisa un listado de palabras soeces u ofensivas, habrá de notarse que el significado primario del término no tenía esa intención y que ha sido un grupo específico quien le ha aportado esa connotación grosera.

Algunos grupos o personas en particular verán el uso grosero y ofensivo de la lengua como algo baladí, e incluso lo naturalizarán. Es cierto que el mismísimo Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, usaba estas “palabrotas” en sus cuentos y novelas, y muchos poetas las usan en sus textos, sin embargo, hay que aclarar que son usadas con fines estéticos, lo que no implica su aprobación.

Es como creer que los asesinatos y los grupos mafiosos son válidos solamente porque aparecen en los libros.

Esta manera de usar la lengua no puede ser tratada con ligereza, porque se convierte en la raíz de la violencia, de la segregación racial, de la exclusión social y el abuso.

Las palabras precederán a los golpes dentro de una familia, destinados normalmente a la esposa y a los hijos; serán el origen del acoso sexual, primero un “piropo”, después un comentario con carga sexual, un manoseo y por último incluso una violación. Cuántas discusiones entre conductores de transporte público o trabajadores de cualquier otro rubro han acabado en muerte.

También sucede que vivimos en una sociedad movida por las emociones; normalmente, cuando se habla en estos términos de tan poca cortesía, hay una posesión iracunda en las personas que nubla cualquier razonamiento posible.

Es aquí donde entra en juego la educación en materia psicológica de las personas. Lastimosamente, esta área de la salud es de las menos promovidas por la salud pública y de las más descuidadas por la población.

En cambio, la cortesía en el hablar (claro, si es de las dos partes), siempre lleva a feliz término los conflictos. Los reclamos, por ejemplo, se pueden hacer en términos correctos sin perder su fuerza ni su objetivo. El buen hablar llevará siempre a un buen vivir.

Esta educación es de conocimiento de todos que es responsabilidad del seno familiar y que es aquí donde se aprende a tratar bien a los demás. En las escuelas y demás instituciones solamente se refuerza este valor.

No es que la corrección gramatical no tenga importancia, por supuesto que tiene mucho que darnos; sin embargo, de qué serviría a nivel pragmático toda esa pulcritud en la lengua sin la cortesía.

Algunos teóricos de la literatura han planteado que una historia puede ser contada de muchas maneras; la música, la pintura, la escultura; esto es que cambia de código, pero la historia sigue siendo la misma.

Las palabras son solamente una de las tantas maneras de expresarla, así, eso que somos, esa amabilidad, esa cortesía, puede ser expresada en gestos, en acciones o en palabras, porque al fin y al cabo, somos lo que decimos.