Columnistas

¡Viva la libre competencia!

Este 8 de agosto se celebró el Día Nacional de la Libre Competencia en Honduras.

Sobre este tema hay mucho de qué hablar y tanto qué hacer, especialmente cuando, por un lado, el gobierno empuja constante e insistentemente hacia el paternalismo mediante los controles de precios, intervención de las empresas y la fijación de los márgenes de ganancia para algunos sectores productivos, promoviendo un espejismo cuyo propósito es hacer creer a los consumidores que se actúa en beneficio de ellos, cuando en la realidad es todo lo contrario.

En el otro extremo hemos tenido empresas que por muchos años comercializaron con sus productos (y también con sus conciencias) sin control alguno.

Eran reyes y señores del mercado, aplastaban cualquier intento de competencia, traficaban con las leyes y las torcían para su propio beneficio, tenían el poder de poner y quitar a presidentes, controlar poderes del Estado y estafar abiertamente al público en total impunidad.

Esto ha ido cambiando con la aparición de organizaciones que defienden los derechos de los consumidores y con la evolución de los mercados.

Como sociedad debemos defender y promover la libre competencia entre los diversos actores económicos en los mercados de productos o servicios porque esto siempre beneficiará en el corto o largo plazo a los consumidores, aunque estos busquen respuestas urgentes a sus demandas de consumo o clamen por la intervención del Estado en las dinámicas naturales que por lo general no responden a su necesidad de inmediatez, exacerbada por la maquinaria publicitaria que no respeta al público y opera todavía sin reglas ni frenos.

Los consumidores tenemos mucho que aprender sobre la dinámica de los mercados y cómo nuestra participación activa -y no la intervención estatal- puede generar beneficios en nuestras relaciones de consumo, pero también tenemos que aprender que los consumidores podemos, con acciones específicas, aplastar cualquier intento de abuso por parte de alguno de estos actores económicos ya que si existe la libre competencia de mercado, el precio de la oferta se regulará, pues el consumidor tendrá muchísimo más entre lo que poder elegir.

Existen excepciones donde es necesaria la participación de algún ente regulador, de un árbitro que vigile que las reglas comerciales sean claras, transparentes, sin trampas o componendas entre dos o más actores, especialmente cuando estos intentan limitar la competencia para su beneficio económico individual o de grupo, pero con abuso y castigo a los consumidores, dejándoles sin opciones, esclavizados y atados a sus caprichos y sin permitir la entrada al mercado de nuevos actores, mediante la utilización de trampas legales o ilegales en detrimento de todos.

En Honduras la Comisión para la Defensa y Promoción de la Competencia realiza esta labor reguladora.

Hemos conocido de casos exitosos donde, gracias al trabajo de esta comisión, se han evitado distorsiones en varios mercados, se ha arremetido contra los monopolios y oligopolios, se han identificado y señalado concentraciones de mercado potencialmente nocivas para los consumidores.

También sabemos que algunas de sus recomendaciones no han sido del agrado del gobierno y esto nos indica el carácter neutral de esta comisión y la importancia de su trabajo en la vida económica y comercial del país. Concordamos con esta comisión en que la libre competencia beneficia a todos: las empresas, los consumidores y el país.

La libre competencia no es un regalo de los políticos: es el fruto de la madurez de una población cada vez más educada y consciente del peso de sus decisiones en el mundo de las relaciones de consumo.