Columnistas

Julieta Castellanos no puede reelegirse

Cuando Julieta Castellanos fue elegida por primera vez como titular de la Rectoría de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) fue el sentir general que al fin la primera casa de estudios del país se había sacudido a los partidos políticos tradicionales que siempre extendieron su tentáculo para elegir las autoridades del alma máter, tal como también ha sucedido y sigue sucediendo en otras instituciones de derecho público.

Con la llegada de Julieta a la UNAH, y producto de su primera elección, vimos y reconocemos que el orden funcional de esa casa de estudios se estaba recuperando, al grado de lograrse mayor estabilidad presencial en el ejercicio de la docencia, después de las nefastas huelgas de trabajadores y estudiantes que le hacían un daño irreparable a su nutriente labor educativa.

Julieta originalmente fue electa para un solo período de cuatro años, de conformidad con la Ley orgánica de la UNAH que imperaba en el momento de asumir por primera vez la titularidad de la Rectoría.

Como debió ser, para el final de ese primer período y único hasta entonces, en la UNAH debió planificarse estratégicamente el relevo a que estaba sometida la rectora de conformidad con la ley.

No habiendo intenciones de relevarle, se procedió en 2013 desde el Congreso Nacional a decretar una reforma a la Ley Orgánica de la UNAH con dedicatoria especial a Julieta Gonzalina Castellanos Ruiz (algo que en forma insólita solo se da en nuestra querida Honduras) para que ella fuera reelecta “por una sola vez”, tal como lo dejó establecido esa reforma en su artículo 17.

Con ello Julieta logró ser reelecta en su actual cargo… y por una sola vez.

Con la presente crisis universitaria, que ha tomado grandes e indeseables dimensiones, se ha suscitado una lucha entre un grupo del estudiantado y las autoridades de la UNAH, llegando los primeros a exigir la renuncia de la rectora y decanos como una de las condiciones para ponerle fin a esa lucha que ya ha generado muchos días irrecuperables de suspensión de clases y que amenazan con la cancelación de los períodos académicos.

Ese grupo de estudiantes inclusive está exigiendo que las autoridades de los decanatos sean elegidos mediante votación general y no a través de concursos académicos, pretendiendo volver a errores del pasado donde se imponían más los intereses políticos partidistas que la calidad curricular de quienes recibían “la bendición” en la elección.

A la posición de los estudiantes que exigen la renuncia de Julieta, ella más allá de defender el ejercicio de su período de cuatro años ya por concluir, está atizando la actual crisis al manifestar públicamente que tiene derecho a reelegirse, pero que no lo hará, argumentando falsamente que en su caso no hay retroactividad de la Ley Orgánica que autorizó su reelección por un período más.

Se le olvida que la reforma que se hizo llevaba una especial dedicatoria a ella para que optara a la reelección “por una sola vez”. No nos quiera sorprender políticamente Julieta saliéndonos con un “domingo siete”, maniobrando en la actual crisis una nueva reforma para quedarse. Eso agravaría más la crisis.