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Ayudar a las mujeres, niños y adolescentes a sobrevivir, prosperar y transformar el mundo

Podemos y debemos prevenir las muertes de mujeres durante el embarazo y el parto, los fallecimientos de niños y niñas que no llegan a celebrar su quinto cumpleaños y las de adolescentes cuyo futuro les es arrebatado por la violencia.

La Estrategia Mundial para la Salud de la Mujer, los Niños y los Adolescentes 2016-2030 marca el camino para poner fin a estas muertes prevenibles y al sufrimiento que causan.

La estrategia, lanzada por las Naciones Unidas en 2015, está alineada con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, y es una hoja de ruta para que las mujeres, niños, niñas y adolescentes no solo sobrevivan, sino también prosperen y transformen el mundo.

Cada año, más de 6,200 mujeres mueren en la región de las Américas como consecuencia de complicaciones durante la gestación y el alumbramiento. La cifra se ha reducido a la mitad desde 1990 gracias al impulso de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), pero aún es inaceptablemente alta si consideramos que la mayoría de esas complicaciones son prevenibles o tratables.

Estos fallecimientos pueden evitarse, así como aquellos causados por el cáncer de mama, el cervicouterino y las enfermedades del corazón, el principal asesino tanto de mujeres como de hombres.

Y es que actuando sobre los factores que incrementan el riesgo de padecerlos, como el consumo de tabaco y alcohol, las dietas malsanas, la obesidad y la inactividad física, se pueden prevenir la mayoría de las enfermedades cardiovasculares y hasta la mitad de los cánceres.

La niñez en nuestra región enfrenta también desafíos para su supervivencia. Se calcula que alrededor de 196,000 niños menores de cinco años fallecieron en 2015 en América Latina y el Caribe. De ellos, el 85% (167,000 niños) tenían menos de un año.

La diarrea y la neumonía fueron sus principales causas. Sin embargo, más de la mitad de las muertes de niños de hasta cinco años se podrían evitar o tratar con mayor acceso a intervenciones simples y asequibles recomendadas en la Estrategia Mundial como la vacunación, la buena nutrición, la lactancia materna exclusiva y el acceso a agua segura y saneamiento adecuado.

Los adolescentes son el tercer grupo de población clave en la Estrategia Mundial. Es la primera vez que ocupan, junto con las mujeres y los niños, el centro de atención.

Actualmente hay más gente joven en el mundo que nunca y los adolescentes representan el 30% de la población de la región. En general son un grupo sano, pero muchos mueren de forma prematura debido a hechos de violencia, siniestros viales, suicidios, complicaciones relacionadas con el embarazo y enfermedades prevenibles o tratables.

Si queremos que los adolescentes sean los protagonistas del cambio en 13 años, tenemos que proporcionarles hoy igual acceso a servicios de salud, educación y oportunidades de empleo.

Pero las posibilidades de sobrevivir, prosperar y transformar el mundo se ven amenazadas por las inequidades, el principal obstáculo para el progreso de América Latina y el Caribe. La mayoría de quienes mueren por causas evitables son los más pobres entre los pobres, los que viven en zonas rurales, remotas o postergadas dentro de las ciudades; quienes no tienen acceso a servicios de salud especializados, los que tienen menores niveles de educación.

Existen desigualdades evidentes entre y dentro de los países. En ese sentido, las posibilidades de sobrevivir al embarazo y al parto no son las mismas para una mujer en Canadá que para una en Haití.

Nuestro progreso como región no ha sido suficiente para alcanzar la reducción del 75% en el objetivo de mortalidad materna establecido por los ODM para 2015.

Ahora, mientras nos embarcamos en alcanzar las metas de la Estrategia Mundial y de la nueva Agenda 2030, debemos redoblar los esfuerzos para asegurar que todos los países de la región implementen acciones efectivas para eliminar las muertes maternas prevenibles.

Las inequidades también varían según el lugar de nacimiento. Un niño que nace en un país de ingresos bajos tiene un riesgo de morir tres veces mayor que el que nace en un país de ingresos más altos. Pero esta triste situación también se repite dentro de algunos países donde los promedios nacionales enmascaran las desigualdades.

Por esa razón, poner fin a la mortalidad prevenible es un imperativo moral. Pero el sector salud no puede hacerlo solo. Alrededor de la mitad de las intervenciones para mejorar la salud corresponden a inversiones que no proceden del sector sanitario.

Esto abarca intervenciones y políticas en materia de educación, nutrición, agua, saneamiento e higiene, protección social y reducción de la pobreza, protección de los niños, trabajo, transporte y energía.

La nueva Estrategia Mundial compromete a los países de la región y del mundo a trabajar para no dejar a ninguna mujer, niño y adolescente atrás, y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) junto a sus socios del movimiento Todas las Mujeres, Todos los Niños ya están trabajando con los países para adaptarla y hacerla realidad.

La Reunión de Alto Nivel convocada por la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, el 3 y 4 de julio, en Santiago, marca el punto de partida de la Estrategia en Latinoamérica y el Caribe. El lanzamiento del Compromiso a la Acción de Santiago galvanizará el consenso regional para reducir las inequidades.

Todos tenemos un rol que jugar si queremos poner fin a las muertes prevenibles y que todas las mujeres, niños, niñas y adolescentes sobrevivan, prosperen y transformen el mundo.