Columnistas

Comunicadores mártires

México, Guatemala y Honduras, naciones latinoamericanas donde con facilidad e impunidad se asesina a periodistas, en abierta violación al derecho a la libertad de expresión, información y opinión.

Entre los años 2001 al 2016 un total de 68 comunicadores perdieron la vida de manera violenta, 65 hombres y tres mujeres.

De ese total, el 91% de casos quedó en la impunidad (62 muertes), tan solo el 9% fue condenado por los tribunales (seis muertes). Estas cifras las divulgó en su momento el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos.

Mencionemos por su nombre a algunos de los ejecutados: Georgino Orellana, Aníbal Barrow, Héctor Francisco Medina Polanco, Alfredo Villatoro, José Artemio Deras Orellana, Carlos Hilario Mejía, Marlon David Martínez Caballero, Dorian Hernández, Elmer Cruz, Henry Reyes Salazar, Nery Francisco Soto, David Meza.

El personal de Diario EL HERALDO también ha sufrido persecución y acoso: la periodista Digna Aguilar se vio obligada a abandonar temporalmente el país por realizar investigaciones en torno a la corrupción al interior de la Policía Nacional, lo que le valió amenazas de muerte. Otros han logrado salvar la vida, pero recibiendo heridas, entre ellos (as) Kenia Arias, Félix Antonio Molina y Ricardo Matute.

Así, el ejercicio de la actividad periodística ha llegado a constituirse, junto con la abogacía, en ocupaciones de alto riesgo, en que la incertidumbre y zozobra forman parte de la vida cotidiana.

El resultado ha sido que algunos de ellos han optado por la autocensura, lo que resta objetividad y credibilidad a su misión, visión y ética. Y es que además de informar también se debe interpretar y orientar de manera objetiva, sin incurrir en simpatías o antipatías personales, presentando los hechos tal cual han ocurrido, no importando si en el proceso se afectan intereses personales, grupales o clasistas.

El día consagrado al periodista, el 25 de mayo, debe ser mucho más que festejos, celebraciones y agasajos. Simultáneamente debe constituirse en ocasión propicia para analizar el estado actual de la profesión, sus tendencias y perspectivas, así como el rescate de los compatriotas que han sobresalido por méritos propios en esa carrera: los dos Valle (José Cecilio y Rafael Heliodoro), los Valladares (Paulino y Alejandro), los Castro (Alejandro padre e hijo), los Acosta (Gustavo y Óscar), los Machado Valle (Vicente padre e hijo), los Zelaya (Armando y Virgilio).

La historia del periodismo hondureño aún presenta lagunas, especialmente con lo relativo a publicaciones de carácter local, al igual que la prensa subterránea, la que ha sido publicada de manera clandestina, subrepticia, para intentar evadir la represión oficial.

Tal fue el caso de El Martillo, impreso en Tela bajo la dirección de Manuel Cálix Herrera; El Amigo del Pueblo, dirigido por Antonio Gómez Romero, siendo uno de sus columnistas Zoroastro Montes de Oca; Vanguardia Revolucionaria, órgano del Partido Democrático Revolucionario Hondureño, en el que colaboraban Ramón Amaya Amador, Dionisio Ramos Bejarano, Ramón Rosa Figueroa, Medardo Mejía, entre otros columnistas y editorialistas.

Circulaba en las fincas bananeras de la Costa Norte con peligro para los distribuidores de ser capturados y sancionados, ya que denunciaba las arbitrariedades y desamparo jurídico en que se encontraban los trabajadores rurales y urbanos, dando cabida en sus páginas a las denuncias proletarias.