Cartas al editor

Rapiña y borregos

Nadie se ofenda, nadie se sienta aludido por lo que la historia ha recogido en sus páginas y que la sociedad hondureña lo ha ignorado siempre, por aquello de estar divorciado con el precioso arte de la lectura y con el hábito de escuchar noticias radiales u observarlas por televisión.

A nuestra Honduras, grandes sectores la han bajado de categoría a nivel mundial, degradándola a niveles bajos y vergonzosos como: ser un país de corruptos en la administración del Estado, a la vista de todo el pueblo; un país, al que se le ha negado siempre una esmerada educación, porque a los líderes falsos y amigos de la mentira, a los religiosos… les ha convenido siempre doblegar a un pueblo ignorante, inculto, que a un pueblo educado, académicamente preparado.

Lo peor en este camino de las verdades ha sido el nuevo rumbo que la clase que se supone intelectualmente instruida ha tomado, convirtiéndose en una sociedad autómata, haciendo el papel de “borregos” de sus superiores, desconociendo lo que es la disciplina y la independencia entre los cargos.

¿Qué es un borrego?

En el concepto gramatical significa: un cordero, alguien que es sumiso, temeroso…

En manera despectiva, aquel que por falto de disciplina, prefiere doblar su cerviz, callar como un condenado y obedecer a un superior sus órdenes injustas o sus caprichos; en esta clase de personas, entran los que obedecen a ciegas si antes escuchan el sonido de una campanita.

Actualmente, en el Congreso Nacional, se quiere aprobar la Ley de Inversiones para el Desarrollo sostenible, para lo que las “aves de rapiña” no respetarían la congelación de los sueldos que corresponden a los maestros jubilados del Inprema.

¡Señores diputados, no vayan a cometer ese genocidio en contra de los adultos mayores, ya que esta ley drenaría los fondos de los institutos de previsión social.

Esto enterraría el futuro de los actuales maestros activos.