Hasta el 16 de junio 2021 la comunidad científica no le ha brindado a la humanidad una explicación clara y contundente sobre el origen del covid-19. Ha pasado más de un año y nada aún, quizás porque están buscando en la Tierra una causa que no existe en lugar de levantar la mirada hacia el espacio. En abril del año pasado publiqué un artículo titulado “¿El covid-19 es extraterrestre?” en el que manifestamos que Chandra Wickramasinghe, un astrofísico conocido por su decidido apoyo a la teoría de la hipótesis que señala que la vida llegó a la Tierra desde un meteorito, argumentó que era posible que el virus estuviera viviendo en un cometa y que una parte de esta roca con este patógeno habría caído en forma de bola de fuego en China en octubre de 2019.
Esta teoría es avalada por lo que en el mundo de la biología se conoce como panspermia, que es la teoría que propone que la vida existe en todo el universo distribuida por polvo espacial, meteoroides, asteroides, cometas, planetoides, y también por naves espaciales que transportan contaminación no intencionada por microorganismos. Su nombre proviene del griego y se compone de los vocablos pan (“todo”) y esperma (“semilla”). La panspermia también afirma que aquellos elementos que son gérmenes (sinónimo de virus) de vida se hallan distribuidos en todo el espacio, propagándose en diferentes direcciones. De este modo, la vida en la Tierra podría no haber surgido en el planeta sino que podría proceder de otros sectores del universo. Fue enunciado por primera vez en 1865 por Hermann Richter (1808-1876) y otros estudiosos de la biología.
Sumado a esta teoría de la panspermia hay quienes creen que es probable que el coronavirus haya cruzado su trayectoria con la nuestra tal y como otras enfermedades como el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SRAS), una enfermedad que a principios del siglo XXI también causó miles de muertos por todo el planeta. Es muy importante que se establezca la verdad sobre el origen del covid-19 y que los gobiernos del mundo exijan una explicación.
