Cartas al editor

El peligro de decir 'bonita'

Hace unas décadas era más fácil hacerle un cumplido a una mujer. Ahora decirle que se ve bonita es una ruleta rusa. Los tiempos han cambiado y hasta la forma de hablar lo sufre. Ya no puede decirse solamente políticos para hablar de un grupo mixto de gente de probada honorabilidad (sobre todo en el caso de Honduras), hay que decir las y los políticos, o corruptas y corruptos.

Estos solo son ejemplos, lo importante es notar que el lenguaje se ha puesto hinchado. Retomemos lo de la ruleta rusa. Suponga el inocente lector (perdonen las fanáticas el punto de vista machista) que le sonríe a una mujer en una cafetería. De allí para delante cualquier cosa puede pasar. Si a la mujer en cuestión le agrada y se siente cómoda, pues no hay problema, ha hecho usted su día. Pero si por casualidad ella no anda predispuesta a las sonrisas en esa oportunidad, ay estimado lector, acaba de caer en un abismo.

Se ha convertido usted en un acosador y en algo que ahora es peor que la mención de las aventuras de su madre en un cabaret: en un machista. No nos precipitemos a juzgar. Es necesario garantizar que las mujeres tengan las mismas oportunidades que los hombres, hay que evitar que se les siga marginando como históricamente ha pasado. Pero también hay que tener cuidado porque el feminismo corre el peligro de convertirse en una caricatura que dificulta las relaciones humanas y hasta la forma de hablar y escribir. El gran trabajo de la sociedad contemporánea consiste en garantizar la igualdad entre hombres y mujeres sin caer en la irracionalidad del fanatismo feminista o en la llana estupidez del machismo.