Cartas al editor

El Instituto Nacional de Migración

Es raro, bastante raro, ir a una oficina pública y encontrarse con un buen servicio. Generalmente, los empleados públicos no tienen ese don de servicio al prójimo y su trabajo lo hacen de muy mala gana. Pero hoy me he llevado una agradable sorpresa. Todo sucedió un día de esta semana, cuando tuve que acompañar a una pariente a sacar su pasaporte en Tegucigalpa. Ella fue el miércoles a una agencia bancaria a para pagar una libreta de pasaporte y solicitar la fecha de adquisición de la misma y para su sorpresa, la cita se la dieron para la primera hora del día jueves. Llegamos muy puntuales a la cita en las oficinas del Instituto Nacional de Migración en la colonia El Prado. Llegué ansiosa, pensando que perdería al menos la mitad del día en ese trámite, pues los comentarios que teníamos del servicio de Migración eran muy malos. Que si la atención era mala, que si los empleados eran malcriados, que se perdía mucho tiempo. Pero nada de lo que nos dijeron pasó en esas oficinas, donde lo que prevalece es la amabilidad de los empleados, el orden en el proceso de trámites y la rapidez en la entrega del documento. Algo que también sorprende es que no hay tramitadores, estos parece que han volado a otras oficinas, y eso solo es el reflejo del buen trabajo que están haciendo en las oficinas de Migración. Si el servicio fuera malo, los tramitadores fueran una necesidad. Por eso les escribo señores, para que también publiquen las buenas noticias. No todo es malo. Por eso hay que felicitar al personal del INM. A los que están allí, atendiendo a la gente de a pie con una sonrisa. Se merecen un aplauso en un país donde la tramitología larga y tediosa marca el quehacer de la administración pública.

Tags: