Qué triste saber que a estas alturas del siglo XXI en Honduras todavía haya mujeres jóvenes que mueren por la falta de acceso a los centros de salud.
En relación con ello me ha dado mucho pesar leer que tres jóvenes han muerto por estas causas este año en el departamento de El Paraíso.
Dos eran adolescentes, vivían en zonas de difícil acceso y en extrema pobreza, dice la nota de EL HERALDO.
Esas son las razones por las cuales los hondureños nos indignamos. Es difícil aceptar que mientras a estas mujeres se les dificulta ir a un centro de salud y -lo peor- adquirir su comida allá en la zona rural, acá en Tegucigalpa todos los días se conoce un nuevo caso de corrupción.
Si todo ese dinero que se roban los funcionarios se invirtiera en programas de atención a estas personas, de repente las muertes por estas causas serían menos.
Por eso yo sí creo que la justicia debe castigar a los ladrones del gobierno, sin importar quienes sean.
No se debe permitir que se sigan robando los poquitos fondos que se destinan a los más pobres. Si seguimos así, muy pronto nos quedaremos sin país. Los ladrones deben estar en la cárcel y el gobierno debe estar trabajando para acercar los centros de salud a las comunidades más alejadas.
A la par, en las universidades deben educar a los médicos y enfermeras para que vayan a trabajar a esas zonas lejanas, que vayan a devolver lo que el estado les dio al formarlos en las universidades públicas porque es lamentable que muchas veces esos centros de salud se tienen que cerrar por falta de personal médico calificado.
