Cartas al editor

Imparables los accidentes

Un bebé murió en el volcamiento de una ambulancia, seis personas resultaron lesionadas en el choque de un rapidito, una joven murió cuando se cayó de un pick-up, dos policías resultaron heridos en la colisión de la patrulla con una camioneta... Todo en menos de dos días.

Los accidentes de tránsito continúan causando muerte y dolor, en la mayoría de los casos por la imprudencia de los conductores que no valoran su vida ni la de los demás.

¿Será que no estamos listos todavía para hacer un uso civilizado de esas máquinas que llamamos carros?

Hay que preguntarnos qué es lo que está pasando que al conductor de una ambulancia le falla, más que la visibilidad, el sentido común, porque a quién se le ocurre ir a exceso de velocidad en una carretera cubierta por la neblina, con el fatal desenlace para la bebé a la que buscaba salvarle la vida.

Más frecuentes son los accidentes de conductores de rapiditos, buses, rastras y volquetas, los que causan tragedias y caos.

Los exámenes psicológicos, teóricos y prácticos parecen ser totalmente inefectivos para evaluar la idoneidad de estos trabajadores que por ganarse la vida detrás de un volante deberían ser mucho más profesionales digamos en el uso del medio con el que se ganan la vida.

Pero es todo lo contrario, será por la excesiva confianza que se vuelven temerarios e irresponsables, creyendo que la máquina en la que andan es una extensión de su cuerpo y que podrán controlarla sin riesgos ni consecuencias después de pisar hasta el fondo el acelerador en unas calles impredecibles.

¿Cuándo aprenderán que no es así?

Xiomara Díaz
Ciudadana